La instrumentalización geopolítica de las materias primas energéticas por parte del régimen ruso ha provocado una crisis de suministro a nivel europeo, una escalada inflacionista de los precios de la electricidad – contenida en España a raíz de la aplicación del mecanismo ibérico y, en algunos casos, un retroceso en las ambiciones climáticas a las que nos hemos comprometido.
El fomento del ahorro y la eficiencia energética supone un elemento imprescindible en la estrategia que hemos desplegado para dar respuesta a la conjunción de retos inmediatos y crisis de largo impacto a la que nos enfrentamos.
Tanto a nivel comunitario como nacional hemos trabajado arduamente en una batería de medidas destinadas a fomentar el ahorro energético.
En el marco del plan REPowerEU y la reforma de la Directiva de Eficiencia Energética, España ha apoyado la revisión al alza de los objetivos comunitarios de eficiencia energética del 9% al 13%.
Asimismo, nos hemos comprometido en aras de asegurar el cumplimento de los objetivos climáticos del Pacto Verde Europeo.
En clave nacional, hemos aprobado multitud de medidas dirigidas a optimizar el consumo energético de la ciudadanía, así como la eficiencia de los inmuebles y sistemas de calefacción y refrigeración.
Hemos ampliado hasta los 400 millones de euros las ayudas recogidas en el Programa de Eficiencia Energética en la Industria y, en el marco de los ejes estratégicos del Plan de Transformación, Recuperación y Resiliencia, hemos acelerado significativamente la integración de potencia renovable en nuestro mix energético.
Las acciones que hemos emprendido nos permiten cerrar el año 2022 con un descenso del 3.1% en la demanda nacional de energía, así como con crecimiento récord en la capacidad instalada renovable, que alcanza ya el 58%.
Nos movemos rápidamente hacia un sistema energético descentralizado y multidireccional aupado por la expansión del autoconsumo, en el que la elevada penetración de energías renovables plantea retos añadidos para su gestionabilidad.
Necesitamos dotar a la red de mecanismos robustos de flexibilidad que garanticen el suministro energético a través de una gestión inteligente de la demanda y una mayor eficiencia en los hábitos de consumo por parte de la ciudadanía e industria.
En ese cometido, la digitalización de la red y la incorporación de las TIC a lo largo de nuestro sistema energético supone una línea de acción fundamental para el Ministerio de Transición Ecológica y, es por ello que, iniciativas como enerTIC son clave a la hora de entrelazar la doble transición verde y digital.
En este sentido, hace tan solo un año, aprobamos la concesión de ayudas por valor de 525 millones de euros a las empresas distribuidoras para la realización de proyectos innovadores de digitalización de redes de distribución, que han permitido a los beneficiarios acometer inversiones muy significativas en el desarrollo de las llamadas smart grids.
De igual manera, en los próximos meses vamos a proceder a la concesión de ayudas con valor de 100 millones de euros para el fomento de nuevos modelos de negocio y servicios de flexibilidad como pueden ser los agregadores de demanda, así como el desarrollo de tecnologías de almacenamiento para alcanzar el objetivo de 20 GW de capacidad instalada en 2030.
En definitiva, los próximos años van a ser testigo de cambios estructurales en nuestro modelo energético, hábitos de consumo y demanda energética. Fomentar la eficiencia energética por parte de distribuidores y consumidores no supone un objetivo coyuntural, sino una línea de acción clave y estructural en la transformación que pretendemos impulsar.
Para que la transición hacia un modelo energético sostenible llegue a buen puerto, debemos asegurar que las TIC estén plenamente integradas en las reformas que llevamos a cabo. Para ello, el sector empresarial será clave a la hora de abordar este reto con éxito.