Las redes y las infraestructuras se han convertido en uno de los grandes cuellos de botella —y, al mismo tiempo, en una de las grandes palancas— de la transformación del sector energético. Con esta premisa de fondo, el pasado 9 de diciembre la Plataforma enerTIC.org celebró en Madrid el desayuno-coloquio IA en la transformación de energéticas y utilities: eficiencia, resiliencia y competitividad en las operaciones, un encuentro que reunió a directivos de compañías energéticas, utilities y empresas tecnológicas para analizar, desde una perspectiva práctica, los retos reales que afronta el sector.
El encuentro, celebrado en el Hotel Eurostars Madrid Tower, puso el broche final a un ciclo de ocho desayunos sectoriales impulsados por enerTIC a lo largo del año y conectados con el Smart Energy Congress 2025. Con un formato de debate abierto y una asistencia muy representativa, el coloquio permitió profundizar en cuestiones estratégicas y técnicas que difícilmente encuentran espacio en foros más amplios.
Desde el inicio de la conversación quedó claro que la transformación de las redes no es solo una cuestión tecnológica. La integración masiva de energías renovables y el crecimiento del autoconsumo están tensionando unas infraestructuras de distribución que, en muchos casos, no estaban diseñadas para absorber este nuevo modelo energético. Durante el coloquio se compartió un dato especialmente ilustrativo: cerca del 85 % de las solicitudes de conexión a la red son rechazadas por saturación, lo que evidencia la urgencia de introducir nuevos mecanismos de flexibilidad y de optimizar el uso de la red existente.
En este contexto, el almacenamiento energético, la gestión avanzada de la energía reactiva y el control de tensión aparecen como elementos clave para mejorar la eficiencia operativa y evitar vertidos económicos. La reciente publicación de los mapas de capacidad de las distribuidoras abre además la puerta a aplicar técnicas avanzadas de analítica e inteligencia artificial para anticipar congestiones y alinear la oferta con la demanda de forma más inteligente.
El marco regulatorio fue otro de los grandes ejes del debate. Al tratarse de un negocio regulado, las inversiones en redes están condicionadas por modelos de retribución que, según se apuntó, no siempre incentivan la eficiencia operativa ni la innovación. La regulación del almacenamiento, con fuertes restricciones para las distribuidoras, o la complejidad de trasladar los beneficios de la flexibilidad al modelo económico actual, siguen siendo barreras relevantes. En este punto se destacó el papel de los sandboxes regulatorios, como el proyecto S2F, como vía para testar nuevas soluciones y definir los cambios normativos necesarios con una visión de medio plazo.
La transformación no se limita al ámbito eléctrico. El sector gasista afronta su propia transición, marcada por el desarrollo de infraestructuras para gases renovables y, especialmente, por el despliegue de la futura red troncal de hidrógeno verde. En este caso, la digitalización se plantea desde el origen: infraestructuras que nacerán antes digitales que físicas, apoyadas en metodologías BIM, sensorística avanzada y modelos de análisis capaces de gestionar nuevas variables técnicas asociadas a moléculas distintas al gas natural. La inyección de biometano y la futura llegada de los contadores inteligentes de gas suponen, además, un salto cualitativo en términos de datos y operación.
A lo largo de todo el coloquio, el dato y la inteligencia artificial actuaron como hilo conductor. Los participantes coincidieron en que la IA ya está aportando valor en ámbitos como la operación de red, la predicción de la demanda, el mantenimiento de activos o la atención al cliente. Desde el uso de edge computing para optimizar flujos de carga hasta la aplicación de computer vision para detectar corrosión en activos industriales mediante imágenes de drones, los casos de uso empiezan a consolidarse más allá de la fase experimental.
Sin embargo, también se subrayaron los límites y los retos pendientes. Más del 80 % de los datos recogidos por los contadores inteligentes siguen infrautilizados, almacenados en data lakes a la espera de casos de uso claros. La verdadera dificultad no está tanto en lanzar pruebas piloto como en escalar los modelos de IA y llevarlos a producción de forma robusta y repetible. En este sentido, el pragmatismo y la gestión de expectativas se identificaron como factores críticos para evitar frustraciones derivadas del hype tecnológico.
La conversación abordó igualmente los aspectos organizativos y culturales de la transformación. La adopción de la IA exige cambios profundos en la forma de trabajar, planes de capacitación ambiciosos y un marco de buen gobierno que garantice un uso seguro y alineado con objetivos de negocio. La implicación de las personas, tanto en oficinas como en el campo, resulta imprescindible para que la tecnología tenga un impacto real y sostenible en el tiempo.
La “última milla”, especialmente en el ámbito del cliente doméstico y de las pymes, sigue siendo uno de los grandes desafíos. Escalar servicios de eficiencia energética y flexibilidad choca a menudo con modelos de negocio poco viables, costes elevados de hardware y una baja adopción de herramientas digitales por parte de los usuarios finales. La falta de estandarización de dispositivos y de interfaces agrava esta situación y limita el potencial de la gestión activa de la demanda.
Por último, la ciberseguridad emergió como una preocupación transversal. El incremento del flujo de datos y la proliferación de agentes basados en IA amplían la superficie de ataque y obligan a repensar los modelos tradicionales de seguridad, especialmente en compañías consideradas infraestructuras críticas. Riesgos como la manipulación del dato, la suplantación de identidad o la necesidad de nuevos marcos regulatorios, como la Identidad Digital Europea, formaron parte de un debate que evidenció la necesidad de anticiparse a estos escenarios.
El desayuno-coloquio dejó una idea clara: la transformación de energéticas y utilities no pasa únicamente por desplegar nuevas tecnologías, sino por alinear infraestructuras, regulación, datos, personas y modelos de gobierno. Un equilibrio complejo, pero imprescindible, para avanzar hacia un sistema energético más eficiente, resiliente y sostenible, con la digitalización y la inteligencia artificial como palancas, no como fines en sí mismos.





