Articulo
30
May
2013

De la Tecnología a la persona. Amplificando el esfuerzo colectivo.

El siglo en el que vivimos se caracteriza por contar con las ciudades como un factor clave para el desarrollo económico – social de nuestra cultura. Esto se debe al gran impacto que tienen, por lo que no es extraño pensar que las “Smart Cities” se consoliden más como un presente, que como un futuro.

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El siglo en el que vivimos se caracteriza por contar con las ciudades como un factor clave para el desarrollo económico – social de nuestra cultura. Esto se debe al gran impacto que tienen, por lo que no es extraño pensar que las “Smart Cities”  se consoliden más como un presente, que como un futuro.
El gran desarrollo que han experimentado las ciudades  ha provocado que el concepto de “Smart City” sea ya una realidad. Realidad que se debe al avance de la tecnología, a la necesidad de sostenibilidad, al entorno de globalización y al requerimiento de ser más eficientes.

En este entorno,  me gustaría destacar el papel que juegan las oficinas. Oficina viene del latín, Officina, cuya primera acepción según la Real Academia Española es el “local donde se hace, se ordena o trabaja algo”. Por lo tanto, podemos presuponer con tal definición, que hablamos de formas de organización y distribución de espacios para prestar una actividad o servicio.

Sin embargo, el concepto de oficina ha evolucionado potencialmente, puesto que las formas de organización y distribución han cambiado. Esto se debe a que trabajamos en un entorno digital. Por una parte, el escenario laboral ha cambiado. En el pasado, los trabajadores acudían a sus lugares de trabajo y trabajaban cara a cara con sus compañeros a diario. Sin embargo, la globalización y las nuevas formas de comunicación, han dado lugar a un nuevo modelo de organización que ahora es remoto, móvil y virtual. Todo esto provoca que, por otra parte, las oficinas se basen en las necesidades de uso de las personas, con entornos adaptados a la movilidad, que a la vez son respetuosos con el medio ambiente.

Por todo esto, el foco cambia. Ahora el usuario, la persona, es la protagonista: movilidad, disponibilidad, productividad y colaboración. En lugar de contar con un teléfono en cada escritorio, de lo que se trata es de permitir el éxito de los equipos de trabajo, a través del diálogo y de la conversación. El foco es permitir que el “anywhere worker”, el trabajador móvil, considere que el trabajo es algo que hay que hacer y no un sitio al que ir, por lo que necesitamos contar con herramientas intuitivas y fáciles de usar que le permitan llevar nuestras  tareas a cabo.

Pasamos de una oficina estática, asociada a una ubicación física de un local, a una oficina dinámica. Todos somos nuestra propia oficina, puesto que el entorno desde el que prestamos nuestra actividad es elegido en función de nuestras responsabilidades, disponibilidad, preferencia e idoneidad.
Podemos ser más eficientes al tener la posibilidad de elegir la ubicación desde la que prestar nuestra actividad laboral. Ahorraremos también energía, ya que las infraestructuras necesarias para mantener estos modelos requieren un menor despliegue que el necesario para las tradicionales.

Hablamos de Comunicaciones Unificadas, de soluciones que además reducen significativamente la emisión de la huella de carbono de estos locales. Derivadode todo esto, se reducen los gastos, no sólo por el menor consumo de estos nuevos centros de negocio sino por poder hacer realidad el evitar desplazamientos innecesarios. Hemos de añadir también el hecho de que la flexibilidad es mucho mayor, así como la nueva distribución irregular de la jornada de trabajo. La eficiencia es el nuevo factor clave, consecuencia directa de la amplificación del esfuerzo colectivo, del paso de la tecnología a la persona. De las ciudades tradicionales, a las ciudades inteligentes..

José Luis Gordon
HR Manager Siemens Enterprise Communications