En cuanto a métodos de producción, se considera aquí como hidrógeno verde el que se produce mediante electrólisis a partir de fuentes de energía renovables, a pesar de que recientemente se ha incluido también como hidrógeno verde el producido a partir de energía nuclear.
El desarrollo de proyectos de hidrógeno verde se ha encontrado con una serie de barreras regulatorias a nivel nacional, sobre todo debido a su consideración como actividad química industrial y no energética, independientemente del volumen de producción y de las emisiones contaminantes asociadas. La promoción de estos proyectos también ha encontrado barreras a nivel europeo debido a su vinculación con la Directiva de Energías Renovables de 2018, completada recientemente con la publicación de los Actos Delegados que concretan bajo qué condiciones concretas se puede considerar al hidrógeno realmente como verde. Existen tres criterios clave. En primer lugar, el criterio de adicionalidad obliga a que las instalaciones de producción eléctrica destinadas a generar hidrógeno sean de nueva construcción, con una antigüedad inferior a tres años a partir de 2028, a fin de no desplazar usos actuales de las instalaciones renovables.
En segundo lugar, el criterio de correlación geográfica indica que las instalaciones de producción de hidrógeno verde deberán consumir energía producida localmente (autoconsumo), o bien de zonas distintas, pero interconectadas entre sí. En tercer lugar, la correlación temporal establece un intervalo máximo de tiempo entre la producción eléctrica renovable y su consumo en la producción del hidrógeno, siendo de un máximo de un mes hasta 2030 y de una hora a partir de ese momento.
Una vez superadas las barreras regulatorias y normativas que permitan el despliegue de grandes proyectos, el hidrógeno verde estará llamado a descarbonizar especialmente aquellos sectores en los que la electrificación no sea viable, de tal forma que sean soluciones complementarias que sumen a la hora de alcanzar los objetivos de descarbonización comprometidos. Entre las aplicaciones más destacadas del hidrógeno verde se encuentran el transporte pesado por carretera, las industrias calorintensivas (metalurgia, siderurgia, papel, alimentación, etc.) y todas aquellas industrias que usan de manera cotidiana hidrógeno en sus procesos (refinerías, plantas químicas, plantas de fertilizantes, entre otros).
El transporte de hidrógeno del punto de producción al de consumo es otro de los focos actuales de debate, ya que no existen infraestructuras específicas. Por tierra, el medio más empleado actualmente, se transporta comprimido en grandes cilindros o licuado en tanques criogénicos, aunque a medida que se genere una economía real es de prever que se dispongan de conductos para su transporte por tierra, al igual que se hace con el gas natural. En el sector marítimo se está produciendo un cambio debido a que también es necesario transportar hidrógeno por mar, para lo que hará a través de compuestos químicos como el metanol y el amoníaco, mucho más fáciles de transportar a largas distancias que el hidrógeno