¿Esta España preparada para para cumplir con los objetivos de la Agenda 2030-2050?
Dentro del sector energético ha habido multitud de cambios en los últimos años. En primer lugar la transición energética ya es una realidad. Estamos pasando de una economía 100% dependiente de combustibles fósiles a economías donde la sostenibilidad y energías renovables cobra una vital importancia. Adicionalmente no hay que olvidar los cambios de paradigma que afectan a todas las piezas de la cadena de valor. Generación: avances tecnológicos que habilitan nuevas fuentes y vectores energéticos, así como cambios de paradigma desde instalaciones centralizadas hacia redes. Transporte y almacenamiento, nuevos vectores de energía, incorporación de H2 como realidad. Distribución incorporación de redes inteligentes con capacidad bidireccionales y cliente final. Nuevos usos de la energía: movilidad.
La incertidumbre y el alta de precios es consecuencia de varios factores, dependencia de combustibles fósiles, mercado basado en precios marginales. Etc, y, por supuesto, la situación de inestabilidad que se vive a día de hoy en Europa. Nuestra compañía está enfocada a la producción y comercialización de energía con fuentes renovables, aumentar la oferta renovable, disminuir la dependencia de los combustibles fósiles y desacoplar el mercado del precio ( en este caso del gas) son actuaciones necesarias. Nosotros como empresa de energías renovables nuestros esfuerzos se centran en aumentar la oferta de energía no fósil, y no solo eso si no de proveer de infraestructuras que optimicen su generación / almacenamiento y por supuesto uso.
Precisamente Capital Energy jugará un rol muy relevante para contribuir a una transición energética con el despliegue de renovables que nos lleve a un modelo energético independiente, estable y más competitivo.
Los compromisos adquiridos por la Unión Europea de cara a lograr la neutralidad climática para 2050 han dado lugar a una regulación específica en cada uno de los Estados Miembros. En el caso de España, se ha publicado recientemente la Ley de Transición Ecológica y Cambio Climático, que plantea objetivos muy ambiciosos de cara a 2030 -las previsiones con la tendencia actual son pesimistas-:
- Reducir en un 23% (1990) las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Alcanzar una penetración de energías de origen renovable en el consumo de energía final de, al menos, un 42%.
- Lograr un sistema eléctrico con, al menos, un 74% de la generación proveniente de energías de origen renovable.
- Mejorar la eficiencia energética disminuyendo el consumo de energía primaria en, al menos, un 39,5% con respecto a la línea de base conforme a la normativa comunitaria.
Esta ley tiene por objeto a facilitar la descarbonización de la economía española y su transición a un modelo circular que garantice el uso racional de los recursos, así como la adaptación al cambio climático y la implantación de un modelo de desarrollo sostenible que genere empleo de calidad y contribuya a la reducción de las desigualdades.
No lograremos cumplir con estos objetivos, respaldados por la Agenda 2030 a través de los ODS 7 (energía asequible y no contaminante), ODS 9 (Industria, Innovación e Infraestructura) y ODS 13 (Acción por el clima) sin un apoyo relevante por parte de la Administración a los proyectos que pueden contribuir a su consecución, como son las renovables, el almacenamiento energético, el hidrogeno verde, etc.
Si no se empuja la transición hacia un nuevo modelo descarbonizado desde todos los frentes, no solo pondremos en riesgo el cumplimiento de estos compromisos por parte de España, sino el proyecto que desde la Unión Europea se está impulsando. En este sentido, está claro que solo se logrará un cambio significativo a través de la colaboración entre las empresas y la Administración Pública mediante alianzas, consorcios, grupos de trabajo en áreas específicas en los que se aborden de forma conjunta estos retos -en línea con el ODS 17 (Alianzas para lograr los objetivos). Asimismo, es evidente que la innovación y la tecnología jugarán un papel fundamental en la carrera contra el cambio climático.
¿A qué retos se enfrenta el sector tecnológico? ¿Y el sector industrial?
Uno de los grandes objetivos del sector industrial es lograr la consolidación del crecimiento de la demanda y de la producción, así como recuperar la eficacia del modelo operativo asociado a la cadena de suministro, que a día de hoy sigue sufriendo las consecuencias de distintos eventos de mucha relevancia acaecidos en los últimos tres años. Así, invertir en innovación tecnológica debe ser un elemento facilitador que nos permita avanzar y embarcarnos en la modernización, transformando y optimizando los modelos operativos actuales. Dicho esto, en Capital Energy entendemos que la transformación digital debe maximizar los beneficios a través de la generación de nuevos modelos operativos y, asimismo, generar nuevos modelos de negocio y, con ellos, nuevas fuentes de ingresos.
Sin embargo, esa inversión y adopción de la tecnología por parte de las empresas se enfrenta a la propia resistencia al cambio, a la falta de formación y capacitación, y a la existencia de una cultura inapropiada para adoptar nuevos modelos. Este último punto sigue siendo, hoy por hoy, y a nuestro entender, uno de los mayores obstáculos a los que se enfrentan las compañías. El gap formativo y de capacitación de los profesionales está aumentado considerablemente debido al gran número paradigmas tecnológicos existentes, así como a la velocidad a la que se generan nuevos contextos y territorios en este dominio.
Sea como sea, el reto sigue siendo el mismo: aplicar la tecnología con un objetivo y beneficio tangibles, poniendo a la persona en el centro; aplicar nuevos paradigmas por el mero hecho de ser nuevos, o simplemente por el hecho de contar con un subyacente tecnológico no tiene visos per se de traducirse en valor para en negocio, ni para la sociedad.
Adicionalmente, es fundamental subrayar que muchas de las nuevas tecnologías ya han superado la fase de conceptualización y pilotaje. Ya estamos en la fase de crecimiento y, ahora sí, podemos y debemos maximizar y apalancarnos en la Inteligencia Artificial, el Cloud, la Robotización, la Ciberseguridad, la analítica avanzada, etc.
Así, y en palabras de Iker Arce, CEO de The Bridge, “si asociamos la transformación digital a una carrera, diría que es una carrera que ya ha empezado y en la que ya existen grandes líderes. Las piernas de los corredores no son otras que el talento” … a lo que yo añadiría que la tecnología estará al servicio de ese talento y no será su motor sino su habilitador, su ropa técnica.
¿Qué valoración tienen los indicadores de eficiencia energética y sostenibilidad en la definición de vuestros proyectos tecnológicos?
Actualmente, tanto en nuestra industria como en otros sectores, la sostenibilidad y la tecnología son ámbitos que constituyen dos prácticas cada vez más críticas en cualquier compañía, y de alguna manera también cada vez más ligadas. En el caso de Capital Energy, cualquier proyecto que acometemos con subyacente tecnológico persigue objetivos de sostenibilidad.
Así, si pensamos en proyectos de índole digital, desde la perspectiva del modelo operativo, todas las capacidades que desplegamos, y que en su mayoría van aparejadas además de despliegues tecnológicos, buscan escalar de forma eficiente, maximizando el impacto positivo en nuestros objetivos de sostenibilidad, con un especial foco en aquellos generados en los territorios en los que llevamos a cabo nuestra actividad.
Así, por poner un ejemplo, un despliegue masivo de parques en paralelo será más fácil si nuestros equipos están habilitados con capacidades de movilidad y sensorización avanzadas, además de otras capacidades asociadas a industria conectada, lo cual asimismo mitiga los riesgos asociados a dichas personas y a la operación. El hecho de escalar y construir más rápido permitirá acelerar la producción renovable, incrementando además las economías generadas por dicho modelo, tanto a nivel privado como estatal. Todo ello acompañará y catalizará la velocidad a que conseguimos cumplir los objetivos del PENIEC, y así de descarbonización de nuestro modelo energético. De nuevo, la digitalización al servicio de la sostenibilidad.
Si miramos la pregunta desde el prisma de la innovación, la respuesta es similar. Es decir, cualquier innovación hoy en día va ligada, casi con total seguridad, a una evolución tecnológica que servirá, en muchos casos, para desplegar modelos operativos digitales que no buscan otra cosa que modelos industriales económicos futuros.
De nuevo, y por ilustrar de manera sencilla lo anterior, el despliegue de capacidades de industria conectada, como puede ser el uso de drones, la realidad aumentada y la inteligencia artificial:
- Habilita un mantenimiento de activos que permite elongaciones del ciclo de vida de estos y, por tanto, maximiza el valor del CapEx asociado y la generación de valor,
- Así como la posible uberización del mantenimiento de dichos activos, habilitando modelos de plataforma que fomenten el empleo local.
Por eso es importante, desde nuestra perspectiva, mencionar que el origen de la sostenibilidad en Capital Energy se ha enfocado de base ligado a la digitalización, tanto de nuestras operaciones como de nuestro modelo de negocio. Consideramos el binomio sostenibilidad y digitalización como indivisible, prácticamente como un único término, y, en nuestra opinión, es complicado entender el uno sin el otro en el cambio de paradigma en el que nos encontramos.
¿Cómo le gustaría ver a España, desde el punto de vista de la competitividad energética, en el año 2030?
Como a cualquier otro ciudadano, nos gustaría ver a un país autosuficiente en términos de suministro energético, sobre la base de los recursos naturales de los que España está a la cabeza de Europa, como son sol y el viento.
Desde un punto de vista puramente de mix energético nos gustaría ver una economía libre de emisiones, como respuesta a la necesidad cada vez más urgente de controlar o mitigar el calentamiento global. Somos conscientes de la dificultad que conlleva esta visión, que pasaría, sin duda, por la progresiva madurez de las tecnologías de almacenamiento de electricidad y por una penetración incremental de tecnologías alternativas como el hidrogeno verde o modelos innovadores de tecnologías más tradicionales como la hidroeléctrica.
Pero, desde Capital Energy, creemos firmemente que esta visión de modelo energético del futuro deber estar basado, desde el punto de vista de generación, en el suministro en origen y considerando, además de los aspectos económico y ambientales, los aspectos sociales de forma que tenga en cuenta las necesidades y expectativas de los grupos de interés locales en las zonas de operación y haciéndoles partícipes de los proyectos.
Nuestro enfoque de proyecto como compañía, es el desarrollo de modelos de generación basados en las energías renovables donde parte de los beneficios reviertan en las poblaciones en las que se ubican los proyectos y se propicie la creación de ecosistemas innovadores que permitieran habilitar nuevos modelos de negocio en el medio rural.
Nos gustaría pensar que en el año 2030 hemos logrado llevar a cabo como país, esta transición hacia una economía baja en carbono teniendo en cuenta a todas las partes afectadas, es decir, creando modelos energéticos sostenibles
Quién considera está impulsando más la adopción de estas tecnologías: ¿Gobierno, proveedores de tecnología, empresas usuarias…? ¿Cuáles son las principales barreras?
Todos los actores están impulsando, cada uno desde su ángulo y rol, la adopción de tecnologías que nos permitan avanzar hacia un futuro modelo energético más eficiente y sostenible.
Tanto el Gobierno y otras instituciones nacionales como la Unión Europea juegan un papel fundamental como impulsores de estos nuevos modelos. Por un lado, creando un marco regulatorio que habilite e incentive el despliegue de nuevos elementos y modelos innovadores más eficientes y sostenibles, apoyados en estas tecnologías. Por otro, poniendo en marcha mecanismos de subvención y ayudas que faciliten el despliegue de infraestructuras y tecnologías necesarias para estos modelos, que son altamente intensivas en capital: los fondos Next Generation EU son un magnífico ejemplo en este sentido.
La iniciativa privada es, por supuesto, un actor fundamental a la hora de maximizar el valor de dichos fondos. Por un lado, las empresas que operan en el sector energético crean propuestas innovadoras que permiten avanzar hacia el futuro modelo y que están apoyadas en la aplicación de nuevas tecnologías. Por lo tanto, son empresas usuarias e impulsoras de estos habilitadores, generando su demanda. Para responder a dicha demanda aparecen empresas dedicadas a proveer la tecnología, refinándola y mejorándola, de modo que los nuevos modelos son más eficientes y contribuyen a la expansión de nuevos marcos operativos y de negocio.
Por otro lado, el primer impulsor, y quien está en el centro de todo este cambio de paradigma, es el consumidor, el cliente, el mercado, es decir, la sociedad en su conjunto. Demanda un modelo energético más eficiente y sostenible, que requiere la introducción de estas tecnologías, y contribuye a su adopción.
Las principales barreras se relacionan, paradójicamente, con los habilitadores y son, fundamentalmente, regulatorias, financieras, de talento y culturales. En primer lugar, es necesario adecuar la regulación a la introducción de estos nuevos modelos y tecnologías. En segundo, algunos de estos modelos y tecnologías son altamente intensivos en capital y requieren de la participación de todos los integrantes del modelo. En tercer lugar, las tecnologías innovadoras precisan profesionales altamente cualificados, existiendo aquí el reto del talento, y en particular de la formación y capacitación. Es importantísimo tener en cuenta que ese reto no comienza en las compañías o en las universidades, sino muchísimo antes, en las escuelas infantiles y colegios. De manera más general y extendida, existe un reto cultural a la hora de adoptar, por parte de la sociedad, nuevos modelos y tecnologías, englobando este reto muchos otros: aún estamos en el camino de resolver de manera progresiva los desafíos que trae este nuevo paradigma.
En los últimos tiempos se está viendo un cambio de tendencia a este respecto, resultado de las demandas desde distintos ámbitos: instituciones, inversores/mercados financieros y sociedad en general. Desde todos ellos, se está exigiendo a las empresas redoblar sus esfuerzos para la mejora de la eficiencia energética, que está relacionado de forma directa con las emisiones de gases de efecto invernadero y, como resultado, se prevé un impacto en el acceso a vías de financiación con un componente verde (ej. Taxonomía de Actividades Sostenibles, bonos verdes, etc.) así como en los beneficios por una mejor percepción por parte de los grupos objetivo.