Entrevista
16 noviembre 2015

Entrevista a Pedro Costa Morata, Profesor Doctor. Universidad Politécnica de Madrid.

Actualmente las TIC son omnipresentes también en técnicas y sistemas de ahorro y eficiencia energética, por su inmensa capacidad de describir, visualizar y modular esos procesos. Y sobre todo porque permiten atender al “comportamiento energético” de cada elemento, con independencia de su expresión energética (luminosa, calorífica, electrónica…) y de la importancia relativa en el conjunto.

1.¿Considera estratégica la necesidad de reducir el consumo energético en la economía empresarial? ¿Se constata la existencia de un Plan con objetivos y tiempos para mejorar la eficiencia energética?

Por supuesto. Los costes energéticos son una parte importante – y, en gran medida, crecientes– de los costes/gastos generales de la mayoría de las empresas, incluyendo las tecnológicas, y son muy pocas las que siguen ignorándolo o dándole una importancia secundaria.

Con o sin un Plan específico, las empresas de cualquier tamaño desarrollan su actividad prestando atención a la eficiencia energética, una vez dado por hecho que ésta es siempre es un objetivo practicable (además de indefinido, siempre mejorable).

2.¿Cuál es la contribución de las TIC a ese Plan?

Actualmente las TIC son omnipresentes también en técnicas y sistemas de ahorro y eficiencia energética, por su inmensa capacidad de describir, visualizar y modular esos procesos. Y sobre todo porque permiten atender al “comportamiento energético” de cada elemento, con independencia de su expresión energética (luminosa, calorífica, electrónica…) y de la importancia relativa en el conjunto.

3.¿Más allá de las tendencias observables, y en gran medida funcionales, en materia de eficiencia energética, ¿qué considera que subyace tras esa necesidad y que no se toma suficientemente en cuenta?

Socialmente, la eficiencia es un objetivo de segundo nivel, ya que el primero siempre deberá estar ocupado por el ahorro. De lo que en el fondo, y en definitiva, se trata es de ir transformando la economía global de – como en el momento actual sucede – energívora y derrochadora en ahorrativa y prudente, y esta es una cuestión eminentemente política y de trasfondo ecológico, por más que la ciencia y la tecnología tengan mucho que decir y un papel ineludible. No es fácil, pero es enteramente necesario que cambie radicalmente la mentalidad energética, y esto ha de hacerse enmarcándola en coordenadas ético-ecológicas.

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Pedro Costa Morata
Profesor Doctor