La madurez tecnológica y la innovación digital están impulsando un nuevo modelo energético basado en renovables, más distribuido, eficiente y sostenible. Herramientas como la inteligencia artificial, la analítica avanzada o las plataformas de gestión permiten optimizar la planificación, integración y operación de estas fuentes, acelerando su implantación a gran escala. Apostar por esta economía energética no solo responde al reto climático, sino que refuerza la competitividad y la autonomía estratégica del tejido productivo, así como la soberanía energética.
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