Articulo
12 julio 2018

Smart Building. Lo que hay detrás

Hay muchas y variadas definiciones acerca de lo que es un Smart Building (edificio inteligente), pero a mí me gusta aquella que lo define como aquella edificación que está constantemente monitorizando toda la información relevante y la usa de la manera más efectiva y eficiente para proporcionar un ambiente seguro, confortable, sostenible y productivo a sus ocupantes.

La vida media de un edificio típicamente se encuentra entre los 25 y 40 años y aloja un buen número de distintos sistemas en él. Estos sistemas funcionaban tradicionalmente como silos ya que eran diseñados, instalados y operados de manera independiente. Incluso aunque el edificio contase con una red de TI común o los distintos sistemas contasen con un mismo protocolo de comunicación, estos no eran concebidos con un propósito de eficiencia energética u operativa.

¿Qué es un Smart Building?

Hay muchas y variadas definiciones acerca de lo que es un Smart Building (edificio inteligente), pero a mí me gusta aquella que lo define como aquella edificación que está constantemente monitorizando toda la información relevante y la usa de la manera más efectiva y eficiente para proporcionar un ambiente seguro, confortable, sostenible y productivo a sus ocupantes.

¿Y cómo lo consigue? Básicamente, se ponen cuatro variables en juego:

– Visualización: Gracias a un panel de control, donde se monitoriza y se reportan todos los aspectos del funcionamiento del edificio.

– Inteligencia: análisis automatizado de todos los datos con Machine Learning para optimizar las operaciones y mejorar el funcionamiento y el ambiente de trabajo del edificio.

– Integración: interconexión entre la sensórica y los sistemas usando cableado estándar o tecnologías de buses e interfaces Wireless.

– Monitorización: supervisión constante de los sensores y sus medidas.

La perspectiva del propietario

En la actualidad hay una creciente presión para que los propietarios adopten tecnologías de “smart building”. Surgen directivas, como la 56/2016, con el objetivo de impulsar y promocionar actuaciones que contribuyan al ahorro y la eficiencia, así como para optimizar la demanda energética de instalaciones, equipos y sistemas, que afectan a empresas y pymes y obligan a realizar auditorías energéticas; o la EPBD (Energy Performance Building Directive), donde se obliga a la calificación energética de los edificios y se imponen unos mínimos de rendimiento a los nuevos edificios o a los que sufran una renovación integral.

Además, los propios stakeholders de los edificios empiezan a entender que la inversión en smart buildings es un driver estratégico en el proceso de inversión para reducir los costes operacionales y los consumos de los edificios.

En numerosas encuestas, los propietarios indican que los drivers principales para invertir son, por orden de importancia, (1) reducir costes operativos, (2) reducir costes de capital, (3) implementar la sostenibilidad medioambiental y (4) cumplir con la legislación.

Los retos principales de los Smart Buildings

Sin duda, el mayor reto se encuentra en vencer esa aversión casi consuetudinaria de las personas hacia la tecnología. Es cierto que los nuevos gestores, inquilinos y propietarios van cambiando esta manera de pensar y actuar, por lo que obviando esa resistencia “humana”, los grandes retos a los que se enfrenta la tecnología de smart building serían los siguientes:

1. Reducir los costes operativos y de ciclo de vida del edificio para rebajar el consumo de energía primaria y permitir el uso de fuentes de energía más eficientes.

2. Mejorar la salud y el bienestar de los ocupantes a través de una atmósfera más confortable que lleve a una mayor productividad.

3. Maximizar el uso del espacio, sobre todo en ciudades donde el metro cuadrado de oficinas es realmente escaso y caro.

4. Reducir los tiempos de fallo o espera que llevan a generar insatisfacción en los ocupantes y reducen la productividad.

5. Reducir los desperdicios o las emisiones dañinas cumpliendo las regulaciones y mejorando además la percepción pública de la empresa.

6. Reducir los costes de gestión, simplificando los usos y automatizando la gestión.

7. Maximizar los ingresos por alquiler, al mejorar la atracción y retención de los inquilinos.

8. Aumentar la seguridad de los ocupantes y visitantes, al controlar todos los riesgos y responder adecuadamente antes las alarmas.

9. Controlar y proteger ante las amenazas de los ciberataques tanto a las personas como a la información.

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José Luís Borrallo Álvarez
Director Comercial de HVAC - España - Johnson Controls