Queremos que los vehículos eléctricos tengan más autonomía, así que los dotamos de baterías más grandes y caras que incrementan el precio y peso del vehículo, perjudicando así las prestaciones, elevando el consumo, lo que de nuevo merma la autonomía.
Pero puede que esta no sea la única manera de hacer que las autonomías actuales cubran la mayoría de nuestras necesidades.
Los puntos de carga rápida son muy necesarios para la tranquilidad y conveniencia del usuario de VE, pero también tienen algunas desventajas, como el hecho de que el precio de la energía consumida sea mucho más caro y que la batería sufrirá una mayor degradación que si la cargamos lentamente a baja potencia, especialmente si el VE no cuenta con sistema de refrigeración de la batería durante la carga. Por otra parte, los cargadores modernos de alta potencia suponen un elevado coste de inversión y estresan la red eléctrica que los alimenta.
Más allá del ámbito domiciliario la carga lenta puede convertirse en un complemento a los puntos de carga rápida. Un despliegue masivo de puntos de recarga lenta en vía pública y centros comerciales puesto a disposición del público a un precio ajustado, supondría una verdadera democratización de la recarga permitiendo casos de uso como por ejemplo que personas sin garaje privado puedan adquirir un VE y cargarlo en vía pública, facilitar la recarga lenta a personas que acuden a su centro de trabajo, a hacer compras, gestiones, a un restaurante, a locales de ocio, visitar otra ciudad, etc. Un par de horas conectado a un cargador de 7,4 kW nos aportará 100 km adicionales de autonomía que nos ayuden a completar nuestra jornada o que simplemente nos ofrezcan la tranquilidad de saber que vamos sobrados de autonomía.
Se dice que los coches en general pasan más del 90% del tiempo parados, pues bien, el estado natural de un VE que no esté circulando debería ser enchufado, y enchufado no quiere decir necesariamente cargando, estar enchufado también permite gestionar la batería del vehículo para hacer V2G, V2H, etc., y si vamos a tener tanto tiempo el vehículo enchufado, ¿qué mejor que la carga lenta?.
El COVID-19 nos ha enseñado, por las malas, que somos capaces de cambiar nuestros hábitos para adecuarnos a nuevas situaciones. No es que el vehículo eléctrico sea una novedad, pero con un pequeño cambio de nuestros hábitos podemos hacer mucho por eliminar barreras facilitando su adopción y beneficiándonos todos de sus ventajas, que son muchas.