¿Considera estratégica la necesidad de reducir el consumo energético entre las empresas del sector? ¿Deberían plantearse un Plan con objetivos y tiempos para mejorar la Eficiencia Energética? ¿Cuál debe ser la contribución de la tecnología a este Plan?
El mercado eléctrico está evolucionando rápidamente. Los consumidores cada día son más exigentes y ya no se conforman con la tradicional combinación de electricidad y precios de la red. Quieren reducir sus costes y para ello compran certificados de atributos energéticos (CCA), ejecutan acuerdos de compra de energía a largo plazo (PPA), utilizan microgrids, etc. Y no solo, eso, la necesidad de combatir el cambio climático está ahí y necesariamente pasa por descarbonizar la electricidad, ya que el 85% de las emisiones de carbono se relacionan con la energía.
Por todo ello, se hace evidente que las empresas del sector, como actores fundamentales de este nuevo mundo eléctrico, deben poner los medios necesarios para satisfacer la demanda de sus clientes y, por tanto, mejorar la eficiencia energética. En este sentido, la digitalización ofrece grandes oportunidades al permitir conectar y controlar la demanda de energía.
¿Estamos hoy en un momento clave para la transición energética? ¿Qué papel juegan las compañías energéticas tradicionales en esa transición energética?
Sin duda alguna estamos en un momento clave. Si antes de la pandemia ya no existían dudas acerca de la necesidad de combatir el cambio climático y transitar hacia un mundo eléctrico y descarbonizado, tras la pausa vivida parece claro que la recuperación de la crisis será verde, o no será. Así lo demuestran las 155 empresas que han firmado una declaración basada en los Science Based Target que insta a los gobiernos de todo el mundo a alinear las medidas de ayuda económica y de recuperación de COVID-19 con los últimos avances de la tecnología medioambiental o la puesta en marcha de la Alianza Europea para la Recuperación Verde, que ya ha comprometido 200.000 millones de euros para infraestructuras con bajas emisiones de carbono.
En este escenario, se hace imprescindible que las compañías integren las energías renovables en todos los niveles de la red, tanto para alcanzar los objetivos de sostenibilidad como para mantenerse competitivas, y es que se prevé que el 86% de la inversión en energía en los próximos 20 años se destine a combustibles no contaminantes y, de esa inversión, el 71% será para la energía eólica, solar e hidráulica. Además, más de 150 empresas ya se han comprometido a utilizar el 100% de energía renovable y ciudades, escuelas y otras organizaciones han asumido compromisos adicionales procedentes del sector público.
Otra apuesta clave en este sentido para las compañías energéticas es la digitalización, que no solo actúa como acelerador, sino como habilitador de la transición energética al hacer posible superar la paradoja energética, es decir, hacer más con menos gracias a una energía conectada e inteligente.
¿Qué personas cree que deben estar implicadas en estos temas (CIO, COO, CEO…)?
Una situación de emergencia climática como la que vivimos exige que todos y cada uno de los componentes de una organización cumpla con su cometido haciendo más con menos y orientados con los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas que nos hemos marcado como sociedad a través de la agenda 2030.
Evidentemente, en todas las organizaciones existe una división de responsabilidades que determinarán quién debe tomar ciertas decisiones, pero la implicación en la consecución de estos objetivos debe ser de toda la organización. Esto es extensivo a nivel social, la situación actual no sólo exige el compromiso de los líderes políticos o sociales, sino que debe ser un compromiso de cada uno de nosotros como ciudadanos.
¿Considera que se puede mejorar la posición competitiva de las organizaciones con la implantación de Tecnologías de la Información y Comunicaciones? ¿y en lo referente a competitividad energética?
Si algo ha puesto de manifiesto la crisis del Covid-19 es la necesidad de digitalizarse, también en lo que se refiere a la gestión de la energía. Solo así, las empresas podrán afrontar de forma ágil los riesgos sistémicos que puedan plantearse – solo en 2019, el cambio climático se relacionó con 15 eventos climáticos extremos que costaron entre 1 y 10.000 millones de dólares.
La digitalización no solo nos permite tener redes energéticas más ágiles y robustas. Tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT), el Big Data, las analíticas de datos… ayudan a las organizaciones a mejorar su eficiencia energética, a obtener la visibilidad necesaria para reducir el uso de energía cuando los precios suben o para negociar mejor los contratos en función de las pautas de consumo y demanda de cada sitio, ayudándoles a entender con mayor exactitud su consumo y su demanda de energía en tiempo real.
¿Cómo le gustaría ver a España, energéticamente hablando, en el año 2030?
En España tenemos un importante reto tecnológico por delante, la necesidad de mejorar nuestra red de baja tensión para que pueda gestionar los flujos generados. Para ello, debemos dotar la red de distribución de energía de tecnologías que se lo permitan. Creando y operando redes inteligentes que combinen las instalaciones tradicionales de distribución con los nuevos recursos y sistemas de información posibilitaremos la integración de las renovables o la promoción del vehículo eléctrico, por ejemplo, que son básicos para alcanzar los objetivos de sostenibilidad.
Dicho esto, afortunadamente, las instituciones ya se han puesto en marcha. Tanto las europeas como las españolas. Estoy hablando de iniciativas como el Pacto Verde de la Unión Europea, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima para 2021-2030 (PNIEC 2021-2030) o el primer proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética.
Sin embargo, que ya se esté trabajando en ello no implica que debamos relajarnos, al contrario. En este sentido, Schneider Electric formamos parte de la Energy Transition Commission (ETC), coalición en la que participan líderes de los sectores de la energía, la industria, las finanzas y la sociedad y que ha planteado la necesidad de priorizar aspectos como la necesidad de apostar por modelos de negocio más sostenibles, de incentivar los compromisos firmes y públicos en favor de la reducción de las emisiones y de innovaciones que aporten competitividad y eficiencia energética al mismo tiempo y de impulsar la inversión en sistemas de energías renovables, descarbonización y, por supuesto, digitalización.