La demanda del mercado automotriz está cambiando hacia opciones más amigables con el medio ambiente debido al aumento de conciencia ambiental entre los consumidores. Hoy en día, muchas personas están eligiendo opciones sostenibles y responsables para contribuir a un futuro mejor. Según los datos recogidos en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) del gobierno, se prevé que la reducción del consumo de energía primaria equivalente a un 1,9% anual desde 2017, ligado a un incremento previsto del PIB del 1,7%, tendrá como resultado una mejora de la intensidad energética primaria de la economía del 3,5% anual hasta 2030.
El vehículo eléctrico (VE), entendiendo como tal un vehículo propulsado total o parcialmente por un motor eléctrico, en el caso de los vehículos híbridos enchufables, se perfila como la solución tecnológica que está permitiendo a las energías renovables penetrar en el sector del transporte y conseguir ese objetivo de impacto zero.
El vector energético que está predominando actualmente en esta transición del vehículo de combustión interno al vehículo eléctrico, es la energía eléctrica, aunque se sigue trabajando en soluciones tecnológicas para incorporar el hidrógeno como otro vector alternativo, sobre todo, en los vehículos pesado o de largo recorrido donde el vehículo con batería no puede ofrecer una solución adecuada por las limitaciones de densidad energética.
Cabe destacar que, a lo largo del siglo pasado, el vehículo eléctrico se ha tratado en 3 ocasiones como una solución a grandes crisis energéticas; pero esta vez, todo indica que la electrificación del transporte esta ya para quedarse.
¡El primer vehículo eléctrico fue construido en 1832, cuatro décadas antes que el de combustión interna! Y en 1900, más de un tercio de los vehículos que circulaban eran eléctricos. Sin embargo, en cuanto los vehículos de gasolina fueron accesibles (mejora en el arrancar, más económicos gracias a la cadena de montaje de Ford – que pasaron de 600$ en 1909 a 260$ en 1925 siendo un modelo similar), y la infraestructura para rellenar los depósitos desarrollada, el VE no podría competir con el VT.
Entre 1920 y 1965 fue un periodo de letargo de los VE hasta la primera crisis de petróleo en los años 1970. En este punto con los precios del petróleo disparados, General Motors gastó 20 millones de dólares en el desarrollo de automóviles eléctricos, pero rápidamente en cuanto volvieron a bajar los precios el VE volvió a desaparecer como una alternativa real.
Finalmente, en la década de 1980 y 1990 coincidiendo con un alza del precio del combustible se volvió a apostar por el VE como alternativa, aunque, como en ocasiones anteriores, no obtuvo resultado.
En la actualidad, además de los costes energéticos que padecemos, podemos destacar 4 factores que están impulsando el coche eléctrico como una alternativa real y definitiva, incluso a corto plazo:
En primer lugar, las emisiones vinculadas a los coches de combustión. En España, el sector transporte es la mayor fuente de emisiones GEI (Gases de Efecto Invernadero). El 66% de esas emisiones de transporten corresponden a pasajeros en carretera 15,8% del total. En Europa, el 25% de las emisiones CO2 corresponden a la movilidad al trabajo. La contaminación en nuestra ciudad donde viven hoy en Europa el 74% de la población, es la cuarta causa de mortalidad en el mundo: 4,9 Millones.
El segundo factor es la innovación, y en particular el salto tecnológico relacionado con las baterías, impulsado por la transferencia de tecnología desde el sector de las tecnológicas TIC hasta el transporte. La densidad energética de las baterías esta incrementado de forma exponencial permitiendo almacenar más energía en un volumen y peso menor. E incluso desde 2010, se ha multiplicado por tres la densidad de las celdas.
El tercero, es la regulación. La decisión de políticas públicas impulsadas en Europa por el Green Deal (Pacto Verde Europeo) está acelerando la transición a la movilidad eléctrica, ya la UE está anunciando el objetivo de una reducción del 100% de las emisiones de CO2 en 2035 diseñando en párelo un plan de choque – impulsado por la guerra en Ucrania – para poner fin a la dependencia de la UE con respecto a los combustibles fósiles rusos (Plan REPowerEU), que tiene como objetivo transformar el sistema energético europeo: poner fin a la dependencia de la UE con respecto a los combustibles fósiles rusos y hacer frente a la crisis climática.
Para poder aprovechar al máximo este doble impulso de las energías renovables y de los vehículos eléctricos, un trabajo en cooperación en alianzas permitirá, por un lado acelerar la reducciones de emisiones de CO2 a sumarse las dos soluciones y, por otro lado, impulsar la gestión distributiva de la energía eléctrica, potenciando las instalaciones de placas solares privadas, y favoreciendo la amortización de las infraestructuras de generación, en particular eólicas, para cargar el vehículo en horas valle de noche.
Como argumento en su tesis, el profesor de la universidad de Grenoble Freyssenet destaca que, pudimos pasar de los caballos a los coches en gran parte por estas alianzas entre actores claves de diferentes sectores. La alianza entre el sector automotriz y el sector de hidrocarburos ha sido una relación duradera y compleja, ya que ambas industrias dependen en gran medida la una de la otra. En el siglo XX, la revolución del automóvil fue impulsada por la disponibilidad de petróleo barato y abundante, lo que permitió la producción en masa y la adopción generalizada de automóviles.
En la actualidad, el reto para que el vehículo eléctrico se generalice es conseguir de la misma manera que la energía eléctrica esté disponible de forma económica y sin límite, y eso será posible a través de las energías renovables. Además, el impulso hacia los vehículos eléctricos no solo beneficiará al medio ambiente, sino también a la economía global.
En definitiva, el coche eléctrico representa una solución tecnológica importante para avanzar hacia un mundo más sostenible e inteligente en términos ambientales y económicos. Y esto no habría sido posible sin la contribución activa de la industria de las energías renovables como actor clave dentro del proceso innovador.
Conscientes de ello, desde Ayming tratamos de impulsar estas alianzas entre sectores a través del desarrollo de proyectos en colaboración con socios tecnológicos y empresariales. Colaboraciones que están particularmente apoyadas por la administración a través de los fondos Next Generation y, en particular, de los instrumentos PERTE que impulsan la transformación de sectores como el vehículo eléctrico.
En este sentido cabe destacar que el comisionado para el PERTE VEC (Vehículo Eléctrico y Conectado) ha anunciado que la segunda convocatoria del mismo se abrirá en julio, en concurrencia simple, por estricto orden de solicitud, una oportunidad única para compañías con proyectos en este ámbito.