Articulo
17 junio 2025

Tecnología con propósito: el nuevo ADN del sector energético

¿Y si el verdadero motor de la sostenibilidad no fuera la tecnología, sino las decisiones que tomamos con ella? En la mesa redonda del Foro Tendencias de enerTIC, líderes de ENGIE, Iberdrola, Kynegos y Repsol dejaron claro que el futuro net zero dependerá tanto de la IA, los gemelos digitales o la hiperconectividad como de la voluntad real de transformar el sector energético desde dentro.

La transición energética ya no es solo una cuestión de renovables. Ni de eficiencia. Ni siquiera de tecnología. En la mesa redonda del Foro Tendencias de enerTIC, quedó claro que el gran salto que enfrenta el sector pasa por integrar tecnología, personas y estrategia bajo una misma visión transformadora. Y hacerlo desde una lógica colaborativa, con alianzas público-privadas, desarrollos conjuntos y una voluntad clara de evolucionar hacia un modelo energético resiliente, competitivo y alineado con los objetivos net zero.

Los representantes de ENGIE, Iberdrola, Kynegos (Capital Energy) y Repsol compartieron una visión realista pero ambiciosa. Hoy no se trata tanto de descubrir nuevas herramientas, sino de aplicar con eficacia las ya disponibles. La hiperconectividad, la sensórica IoT, los gemelos digitales, la analítica avanzada o la IA generativa han dejado de ser conceptos de futuro: ya están transformando la manera en que se diseñan, operan y optimizan las infraestructuras energéticas.

Uno de los casos más ilustrativos vino desde Repsol: la unidad de producción de biocombustible C43 Cartagena ha nacido directamente como un gemelo digital, anticipando una nueva era en la que ninguna infraestructura crítica se desarrollará sin su réplica virtual. En paralelo, Iberdrola mostró cómo una combinación de sensores IoT y visión térmica permite prevenir incendios en instalaciones fotovoltaicas de gran escala. Y desde Kynegos se aportó un ejemplo claro de sensorización ambiental con IA, capaz de identificar aves protegidas en parques eólicos y activar automáticamente protocolos de parada para evitar colisiones.

Pero no solo se habló de prevención y operación. También hubo espacio para la inteligencia estratégica. ENGIE mostró cómo su IA generativa ayuda a construir propuestas comerciales altamente ajustadas a los objetivos de descarbonización de cada cliente, cruzando datos internos con información OSINT. Y desde Iberdrola se presentó un caso de uso en entorno nuclear: un asistente inteligente que navega por más de 5.000 manuales técnicos y reduce de seis horas a segundos el tiempo necesario para encontrar documentación crítica.

Más allá del despliegue tecnológico, todos los ponentes insistieron en que el factor humano es decisivo. Como subrayó Repsol, no basta con incorporar nuevas herramientas: es necesario rediseñar procesos, competencias y dinámicas para que la IA y otras soluciones formen parte del día a día de toda la plantilla, no solo de los especialistas. Esto implica desplegar estrategias como mapas de competencias digitales, rutas de aprendizaje, comunidades virtuales de práctica y entornos ofimáticos habilitados para IA, como ya están haciendo con miles de licencias activas.

El cambio cultural fue, de hecho, uno de los grandes ejes del debate. Desde la gestión de datos hasta la toma de decisiones, pasando por la planificación de activos o la relación con el regulador, todo exige un nuevo modelo mental: más colaborativo, más ágil, más orientado a impacto. Un cambio que, según apuntó Kynegos, también debe verse reflejado en la forma en que empresas grandes y pequeñas, públicas y privadas, trabajan juntas en tiempo real. La colaboración —bien entendida— es hoy más necesaria que nunca.
Y en ese contexto, los perfiles estratégicos como CIO, CTO o CISO no solo tienen un papel instrumental. Según ENGIE, su función es la de traducir complejidad tecnológica en soluciones reales para el negocio, actuando como catalizadores del cambio y puentes entre las capacidades técnicas y las necesidades operativas.

También se abordaron temas estructurales, como la necesidad de invertir en almacenamiento, extender la vida útil de las nucleares, ampliar las redes de distribución o reforzar el rol de los PPAs para estabilizar precios y facilitar el desarrollo de renovables. Iberdrola lo expresó con claridad: la electrificación de la economía exige infraestructuras más robustas y flexibles, y España, con su capacidad renovable, tiene una oportunidad única.

En definitiva, esta mesa redonda dejó una conclusión contundente: la tecnología es solo una parte del reto. Lo realmente transformador es cómo se adopta, quién la impulsa, con qué objetivos se aplica y qué tipo de colaboración la hace posible. En un contexto de alta incertidumbre y exigencia, solo el conocimiento, la voluntad compartida y la escucha activa permitirán construir un modelo energético verdaderamente sostenible.

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