Se está produciendo una evolución del mix energético, en el que las energías renovables adquieren un papel protagonista con el objetivo de desplazar a la generación convencional a una misión temporal de respaldo, hasta que toda la demanda pueda cubrirse con fuentes de energía no contaminantes en el H2050.
Para ello, se requiere realizar avances en los sistemas de almacenamiento que permitan gestionar la variabilidad de la generación renovable. En el año 2030, diferentes técnicas estarán integradas en el sistema energético: el bombeo, las baterías, el vehículo eléctrico y, esperemos, el hidrógeno verde.
La transición energética también tiene un efecto sobre el consumo de la propia energía, donde el cliente pasa a tener un papel activo en el sistema eléctrico al generar energía de manera limpia aportándola a la red cuando la generación aislada supera al autoconsumo. Este flujo bidireccional de energía supone la necesidad de creación de redes inteligentes, denominadas SmartGrids.
Para poder afrontar este cambio en el modelo energético, es necesaria una innovación tecnológica para realizar una reingeniería de los procesos de Negocio.
Para ello, contamos con las nuevas tecnologías digitales que nos aportarán un mayor conocimiento de los activos de generación a través de la sensorización mediante dispositivos IoT. Toda la información obtenida (datos, sonidos e imágenes) podrá ser aplicada en el mantenimiento predictivo mediante técnicas analíticas que maximicen la disponibilidad de los activos.
Además de la salud de las máquinas, las tecnologías digitales están cada vez más presentes en las soluciones que garantizan la seguridad de los equipos de mantenimiento a través de entrenamientos en entornos inmersivos generados mediante realidad virtual o el uso de dispositivos wearables que permiten a los operadores trabajar con total libertad utilizando comandos de voz para el uso de aplicaciones o comunicación con soportes especializados.
Todas estas tendencias, retos y medidas asociadas a la transición energética suponen una modernización y transformación del sistema energético que requerirán inversiones económicas cuyos proyectos derivarán en empleos directos e indirectos. En definitiva, una oportunidad única de recuperar simultáneamente economía y medio ambiente.