Que la cadena de valor eléctrica de nuestro país, y la de tantos otros, se está transformando, es algo que ya nadie pone en duda. Como en muchos otros sectores, el Consumidor pasa a tener un rol activo, y en el sector eléctrico, debido a sus condicionantes técnicos, el papel de la Demanda, se anticipa aún más determinante.
En el contexto actual de demanda incremental, volatilidad en la generación, y variabilidad en patrones de consumo, estamos obligados a reforzar los mecanismos de balance con alternativas que no incrementen aún más los costes del sistema encareciendo las tarifas de una economía electrificada.
La Gestión de la Demanda flexible, así como la de todos los Recursos Energéticos Distribuidos conectados a la red de distribución, será un mecanismo esencial de balance del sistema. La generación tradicional, más determinista, será estructural para la estabilidad del sistema, pero de igual modo deberá competir con tecnologías emergentes, como pueda ser el almacenamiento de energía, verdadero ‘game-changer’.
Sin entrar en debates de prevalencia sobre otros mecanismos, ni alimentar visiones futuristas, si la analizamos desde diversos ángulos, entendemos por qué la Gestión de Demanda se abre camino y se consolida en nuestro país.
- Desde un punto de vista social, los consumidores revisan el modo en el que consumen su energía, comienzan también a generar su propia energía renovable, y poco a poco integran la movilidad eléctrica. Estos hechos se derivan de la aparición de tarifas competitivas, instalaciones de autoconsumo con retornos de inversión asumibles y precios de coches eléctricos que empiezan a acercarse a los de combustión, pero también son decisiones que alimentan la conciencia social de los consumidores domésticos y refuerzan las políticas de responsabilidad social corporativa de las empresas. Dar un paso más, y visibilizar hacia el sistema todos estos activos energéticos (generación distribuida, puntos de recarga…etc.) para que posteriormente puedan ser gestionados en beneficio del mismo, no es más que el siguiente y consecuente paso del camino que la demanda ya ha empezado, sintiéndose protagonista de un nuevo modelo más sostenible.
- Recorriendo el último lustro en el terreno de la regulación, desde el año 2016 en el que la Comisión Europea presentó el denominado paquete de medidas de invierno, en nuestro país se han ido dando los pasos necesarios para implantar la Directriz de Balance Eléctrico y la definición de los correspondientes Procedimientos de Operación, que permitieran a la Demanda y al Almacenamiento poder participar en los Mercados de Servicios de Ajuste del sistema. A finales del presente año, tras aprobación pendiente por parte de la CNMC y Miteco, será una realidad.
- La aparición de la figura de los Agregadores Independientes, que recientemente recoge el RDL 23/2020 del 23 de junio, constituye el punto de inflexión en la conformación del espectro de agentes entorno a la Gestión de Demanda. Referidos como “aquellos sujetos que prestan servicios de agregación y que no están relacionados con el suministrador del cliente[1]”, surgirán compañías que ya agregan servicios para sus clientes alrededor de la gestión de energía, o grupos empresariales que aúnan bajo su gestión una gran capacidad de consumo flexible. Las Comercializadoras, actualmente las únicas que podrán gestionar la demanda de los consumidores mientras se define la figura del Agregador Independiente, dispone de una ventana de oportunidad antes de que surjan Agregadores Independientes que irrumpan con fuerza en el mismo espacio, si bien con menos experiencia y capacidades en la participación en mercados, disponiendo de una gran capacidad instalada. Adicionalmente, en un contexto de distribución del sistema eléctrico, que la Distribuidora tenga una mayor responsabilidad cobra todo el sentido. La incorporación de servicios de flexibilidad en su ámbito de operación, bien gestionados bajo mecanismos de mercados locales, o bien de forma directa a través de contratos bilaterales, es una posibilidad que ya forma parte de muchos pilotos y proyectos demostradores, y que podría derivar en una optimización de costes de operación, y por ende de tarifa. En definitiva, actores que emergen, modifican o incluso desdibujan sus fronteras, en torno a la disrupción que supone la Gestión de la Demanda, con REE al frente del reto, trabajando en favor de una integración progresiva de los recursos energéticos distribuidos y priorizando la estabilidad del sistema eléctrico español.
- Por último, que no menos importante, en el plano tecnológico, la convergencia de las Tecnologías de Información y las de Operación (IT/OT), avanza a medida que las redes de Media y Baja tensión se digitalizan. Se dibujan ya las Plataformas híbridas Edge/Cloud que finalmente soportarán el nuevo modelo distribuido que integre a la demanda. Las capacidades IoT, Big data, IA…etc. de estas plataformas constituirán tecnologías de base necesarias, por encima de las cuales se elevarán las capacidades de interoperabilidad, modularidad y escalabilidad, con objeto de adaptarse a una regulación todavía abierta y al futuro crecimiento del nuevo modelo. Plataformas tecnológicas que se convierten en Plataformas de Negocio mucho más complejas, donde los stakeholders principales de la cadena de valor eléctrica comparten espacio con stakeholders tecnológicos que tienen mucho que aportar alrededor de la Gestión de Demanda (Fabricantes, Centros de Conocimiento, Start-Ups…).
Por tanto, la Gestión de la Demanda ha llegado a nuestro país, no como una directriz impuesta, sino como un modelo que la sociedad demanda y que va a perdurar.
Va a afectar de alguno u otro modo a todos los stakeholders del negocio eléctrico, y cuanto antes integren herramientas para gestionarla, bien por necesidad o bien por oportunidad, mejor.
La dirección marcada desde Europa hasta el momento, viene nuevamente avalada desde la Comisión con una nueva corriente de inversión que apoyará el Pacto Verde Europeo por el cual se pretende ser el primer continente neutro en 2050. Es una oportunidad que debería aprovechar nuestro país para dotar a la demanda de herramientas de monitorización y control que permitan una participación rentable de la Demanda en el sistema, participando en modelos de negocio incrementales que puedan generar valor en cada paso.
[1] Real Decreto-ley 23/2020, de 23 de junio