En este proceso de constante transformación, la digitalización es una palanca clave en la transición y el desarrollo de ciudades, industrias y energía; ya que favorece la creación de sistemas más eficientes, conectados y sostenibles. En definitiva, es un factor clave en la evolución actual de nuestra forma de vida.
Las tecnologías digitales son capaces de realizar tareas que hacen que nuestras empresas sean mucho más competitivas, algo imprescindible en los actuales mercados globalizados.
Pero, sin duda, esta mejora de los procesos empresariales debido a la transformación digital, que redunda en un incremento de la competitividad, se entiende mucho mejor si se ilustra con algunos ejemplos.
En este sentido, es fácil entender cómo las tecnologías digitales pueden ayudarnos mediante el mantenimiento predictivo, que permite monitorizar, mediante Inteligencia Artificial, el rendimiento de los equipos para identificar posibles problemas antes de que estos ocurran. Y esto supone que, al realizar el mantenimiento antes de que falle el equipo, se reduzca el tiempo de inactividad, el gasto y mejore la eficiencia de las operaciones.
También, al usar herramientas digitales para rastrear y monitorizar el movimiento de bienes y materiales en una cadena de suministros, el empresario puede identificar cuellos de botella e ineficiencias y hacer los ajustes para mejorar la eficiencia y sostenibilidad de dichos procesos y equipos.
Mediante la recopilación y el análisis de datos sobre el uso de la energía y la identificación de patrones y tendencias es posible optimizar el consumo y reducir la huella de carbono al mismo tiempo. Las tecnologías digitales, como los sensores de Internet de las Cosas (IoT) y los algoritmos de aprendizaje automático, pueden ayudar a automatizar este proceso e identificar oportunidades de ahorro de energía y, por tanto, favorecer la competitividad de una empresa en un mercado en el que el coste de la energía juega un papel fundamental.
En los próximos años, el uso de tecnologías digitales será cada vez más frecuente y permanecerá integrado en la mayoría de los sectores, lo que conducirá a la creación de sistemas más conectados, eficientes y sostenibles.
Por todo ello, y dado que la digitalización puede ayudar a empresas y autónomos a mejorar su eficiencia energética, reducir su impacto ambiental y aumentar su competitividad, es imprescindible que España aproveche la oportunidad histórica que ofrecen los fondos europeos.
Los distintos proyectos y los PERTEs que se han diseñado en el ámbito energético y tecnológico deben servir para que nuestro país sea más eficiente, con una economía más sólida y con una sociedad más justa.