En el primer panel del Foro Tendencias “Twin Transition: Digitalización, eficiencia y sostenibilidad. De retos a oportunidades”, celebrado en Barcelona y organizado por la Plataforma enerTIC.org, la inteligencia artificial se presentó no como una solución aislada, sino como una capa transversal que acelera, conecta y multiplica el valor de las estrategias de sostenibilidad. Expertos de Paradigma Digital, Telespazio Ibérica, Sener, Avvale y Ayesa analizaron cómo esta tecnología ya está transformando entornos tan diversos como la industria, la energía, la logística, el transporte o incluso la agricultura.
Uno de los ejes comunes del debate fue la capacidad de la IA para romper silos dentro de las organizaciones. Al integrar datos procedentes de múltiples fuentes —desde sensores industriales hasta historiales de mantenimiento, pasando por información meteorológica o mapas geoespaciales—, la inteligencia artificial no solo mejora la precisión de los análisis, sino que permite una visión holística del funcionamiento operativo. Esto habilita nuevos modelos de gestión en tiempo real, más flexibles y resilientes, capaces de adaptarse a entornos altamente cambiantes. En sectores como la industria o la energía, donde la presión regulatoria y la volatilidad de precios son ya parte del día a día, disponer de esa capacidad de adaptación se está convirtiendo en una ventaja competitiva decisiva.
La sostenibilidad, según los expertos, ya no puede abordarse desde una única dimensión. Va más allá del ahorro energético o la reducción de emisiones: implica eficiencia económica, resiliencia frente a disrupciones y, cada vez más, capacidad para anticiparse a escenarios inciertos. En ese contexto, la IA es una herramienta especialmente poderosa para generar escenarios, automatizar procesos y ofrecer recomendaciones basadas en datos reales. Desde la elaboración de informes de impacto ambiental en pocos minutos a través de modelos generativos, hasta la planificación avanzada de producción industrial basada en algoritmos que minimizan el uso de recursos, los casos presentados demostraron que el margen de mejora sigue siendo amplio, incluso en empresas ya avanzadas digitalmente.
Un aspecto que suscitó especial interés fue la relación entre inteligencia artificial y territorio. Telespazio Ibérica, por ejemplo, mostró cómo la observación de la Tierra combinada con IA permite desarrollar modelos de riesgo climático personalizados, útiles para proteger infraestructuras críticas. Del mismo modo, se compartieron experiencias en el sector agroenergético donde algoritmos inteligentes ajustan automáticamente la posición de paneles solares para optimizar el crecimiento de los cultivos y reducir el consumo de agua, una solución con enorme potencial en regiones vulnerables al cambio climático.
Más allá del impacto en el terreno o la operativa, los ponentes coincidieron en señalar que la IA también está cambiando la cultura corporativa. Automatizar tareas repetitivas permite liberar talento para funciones de mayor valor, mientras que la analítica avanzada ayuda a tomar decisiones mejor fundamentadas, tanto en el backoffice como en áreas de negocio. Aplicaciones como los agentes virtuales para empleados o la evaluación automatizada de ofertas en procesos de compras no solo mejoran la eficiencia, sino que aumentan la transparencia y la trazabilidad de las decisiones.
En paralelo, se subrayó que el éxito de estas iniciativas depende tanto de la tecnología en sí como del modo en que se aplica. Disponer de datos bien estructurados, contar con soluciones adaptadas al contexto de cada organización y asegurar una supervisión humana adecuada —especialmente en entornos críticos— son condiciones necesarias para que la IA genere impacto real sin introducir nuevos riesgos. Lejos de caer en soluciones milagro, los expertos apelaron a un enfoque metódico, progresivo y bien gobernado.
Este primer panel del foro dejó una conclusión clara: hablar de sostenibilidad sin hablar de inteligencia artificial empieza a ser una omisión difícil de justificar. No porque la IA lo resuelva todo, sino porque ya se ha convertido en el lenguaje común de quienes están dispuestos a abordar el futuro con una mentalidad transformadora, capaz de convertir datos en decisiones, procesos en oportunidades y tecnología en valor compartido.