2025 se perfila como un punto de inflexión definitivo para el sector energético. Ya no hablamos de transición energética como una aspiración a largo plazo, sino como una urgencia incuestionable. El mundo ha cambiado. Las tensiones geopolíticas, el cambio climático y una red eléctrica cada vez más descentralizada han convertido el escenario global en un tablero altamente complejo. En este nuevo entorno, las empresas energéticas necesitan algo más que experiencia: necesitan visión, agilidad y, sobre todo, herramientas inteligentes que les permitan anticiparse al cambio en lugar de reaccionar a él.
En este contexto, la combinación entre Big Data, analítica avanzada e inteligencia artificial predictiva está marcando un antes y un después. La época de las estimaciones y las decisiones basadas en la intuición ha quedado atrás. Hoy, los sistemas energéticos generan volúmenes masivos de datos procedentes de sensores IoT, satélites, drones, medidores inteligentes y activos distribuidos pero, acumular datos no basta. El verdadero valor reside en la capacidad de convertir esa información en conocimiento útil y procesable, en tiempo real.
Y aquí es donde la analítica avanzada marca la diferencia. Gracias a ella, los operadores energéticos ya pueden visualizar patrones de consumo, anticipar picos de demanda, optimizar el mantenimiento de activos críticos o incluso predecir fallos antes de que ocurran.
Precisamente, IFS Cloud, nuestra plataforma componible con capacidades integradas de ERP, EAM y FSM, e Inteligencia Artificial embebida, ofrece un enfoque holístico para consolidar y analizar estos datos. No se trata solo de integrar sistemas: se trata de convertirlos en una inteligencia colectiva que ayude a gestionar lo inesperado. Por ejemplo, hoy ya estamos aplicando inteligencia artificial para modelar el riesgo de incendios forestales cruzando datos meteorológicos, niveles de humedad y topografía. Esta capacidad predictiva permite movilizar recursos energéticos antes de que ocurra una catástrofe, minimizando el impacto en la red y protegiendo infraestructuras críticas.
La inteligencia artificial predictiva permite, además, optimizar dinámicamente el uso de la red, realizar mantenimiento proactivo de infraestructuras, simular escenarios ante variaciones de oferta y demanda, y gestionar de forma inteligente las llamadas centrales eléctricas virtuales. Estas centrales virtuales, que agregan recursos distribuidos como paneles solares, baterías o vehículos eléctricos, están llamadas a ser protagonistas en la nueva era energética. Gracias a la IA, estos activos pueden coordinarse como una sola entidad para estabilizar la red. Su adopción está creciendo a un ritmo vertiginoso: se estima que este mercado superará los 6.200 millones de dólares en 2028, con una tasa de crecimiento anual del 21,5%. La descentralización ya no es un reto; es una oportunidad.
Pero la tecnología, por sí sola, no basta. En IFS creemos firmemente en una inteligencia artificial gobernada con ética, transparencia y propósito. Como miembros del Advisory Board del APPG on AI del Parlamento de Reino Unido, trabajamos activamente en el desarrollo de políticas que aseguren que la IA no solo sea poderosa, sino también responsable. Porque en un sector tan sensible como el energético, no puede haber espacio para decisiones opacas. La IA debe estar al servicio de la sostenibilidad, la resiliencia y el bien común.
Y es que la sostenibilidad ya no es un departamento dentro de las empresas: es el núcleo de toda estrategia empresarial moderna. A través de nuestro módulo de gestión de sostenibilidad, las organizaciones pueden integrar datos ESG en sus operaciones cotidianas, automatizar informes según la nueva directiva CSRD y tomar decisiones estratégicas alineadas con objetivos climáticos, sociales y de gobernanza. Elegir proveedores responsables, apostar por la descarbonización o aplicar modelos de economía circular ya no son opciones deseables, sino que son movimientos clave que, bien ejecutados, pueden elevar los beneficios operativos hasta en un 60%, como apunta McKinsey. La IA se convierte así en el motor que transforma el dato en impacto, en acción concreta, rentable y sostenible.
El futuro del sector energético es claro. Será distribuido, será inteligente y, sobre todo, será sostenible. Las organizaciones que se sumen ahora al cambio, adoptando soluciones basadas en IA, Big Data y analítica avanzada, no solo sobrevivirán a esta transformación sino que además, serán quienes la lideren. El futuro energético no es una incógnita que se deba esperar. es una realidad que se predice, se planifica y, sobre todo, se gestiona con responsabilidad.