¿Qué papel juega la tecnología en conseguir que edificios/instituciones/ciudades/industrias/centros de datos sean más eficientes energéticamente hablando?
En el contexto actual, el fuerte desarrollo tecnológico está transformando la totalidad de los sectores de actividad, a la propia sociedad en general y a las personas de manera individual; cambiando, fundamentalmente, las maneras y posibilidades de organización y de relación; además de la forma de “entender y usar” el tiempo.
Uno de los sectores en donde más rápido se está produciendo este cambio es justamente el energético. El desarrollo tecnológico y la digitalización están facilitando un uso más eficiente de la energía; en definitiva, un menor consumo de la misma al mismo tiempo que el avance hacia energías más limpias y sostenibles. Para que esto sea una realidad es necesario políticas públicas decididas que permitan al desarrollo de infraestructuras y equipamientos de ciudad que incorporen este desarrollo tecnológico que maximiza le eficiencia energética y con ello el ahorro energético y la utilización de energías limpias tanto en el alumbrado público, como en los edificios así como en los modos de transportes colectivos. Por otra parte, también es necesario impulsar y generalizar estos desarrollos tecnológicos a la construcción de las viviendas y edificios privados, al mismo tiempo que impulsar un cambio en la sociedad, en la forma de consumo energético, para aumentar la conciencia medioambiental y de sostenibilidad. Esto supone la mejora del bienestar y la calidad de vida de las personas así como la conservación del planeta, de nuestro entorno, que ha de ser entedido como el lugar en el que vivimos y que nos da vida, por lo que ha de ser cuidado.
En el nuestro caso, Gijón está iniciando un ambicioso trabajo para fomentar la utilización intensiva de las tecnologías, principalmente del internet de las cosas, aplicada al aumento de la eficiencia energética del alumbrado público y de los edificios municipales. Fundamentalmente estamos trabajando, por un lado, en la monitorización de la red de alumbrado y de los edificios públicos, a través de la incorporación de sensores que faciliten la eficiencia energética y la reducción de emisiones. Por otro lado, configurando ecosistemas abiertos a la innovación y el emprendimiento, para facilitar tanto el desarrollo de nuevos productos y servicios de la denominada industria 4.0 o de los servicios 4.0 como para fomentar la adquisición de nuevos perfiles profesionales que respondan a esta realidad.
La tecnología es consustancial a cualquier tipo de servicio e infraestructura y es un instrumento facilitador de la transformación digital, pero creo que lo fundamental en este campo es lograr incorporar nuevos modelos y enfoques de gestión que aprovechen las sinergias y oportunidades que aporta la tecnología, acompañando el proceso con una adecuada capacitación de los diferentes equipos de trabajo y de las personas que interactúan con los servicios.
¿Cuáles considera son las tendencias de más relevancia en este ámbito?
No cabe duda de que las ciudades deban contar con unas políticas públicas para fomentar y facilitar la transición. En Gijón consideramos que tanto la ciudad como el término municipal precisan contar con una estrategia para mejorar progresivamente la conectividad de los diferentes equipamientos e infraestructuras de ciudad, a través del denominado internet de las cosas y sobre la base de protocolos abiertos e interoperables que permitan garantizar la neutralidad tecnológica.
En paralelo, tenemos que conseguir incorporar a la comunidad académica, a los centros de investigación, a empresas, profesionales y personas emprendedoras para que desarrollen proyectos innovadores sobre las plataformas de gestión del internet de las cosas y de los equipamientos, las infraestructuras y los servicios de ciudad, con el objetivo de dar respuesta a los retos sociales y económicos del presente y del futuro, procesos que como ya he mencionado deben ser impulsados a través de políticas públicas.
Finalmente hemos de trabajar también para que toda la ciudadanía se una a este proyecto, no solo en los espacios públicos de la ciudad, sino también en sus entornos privados, en su manera de moverse por la ciudad y en la forma de consumir.
¿Estamos hoy en un momento clave para la transición energética? ¿Qué papel juegan las compañías tradicionales?
Nos encontramos ante un momento importante del que resultará un nuevo modelo energético que, en función de la orientación de las políticas públicas que diseñemos, puede generar oportunidades de empleo y autoempleo. Hay un sentimiento compartido de esta situación y creo que los poderes públicos tenemos que liderar este proceso.
En el caso de Gijón, hemos incluido en el anteproyecto de presupuestos para el próximo ejercicio 2020 una consignación económica para contratar la elaboración de un modelo energético del municipio, en que pretendemos que se identifiquen las nuevas oportunidades sobre la base de ir incorporando el uso de diferentes fuentes de energía renovable.
En este sentido, las compañías tradicionales ya están iniciando procesos de incorporación de algunas tendencias de estos nuevos modelos energéticos sobre los que se materializa la transición energética. Existen oportunidades para fomentar desde las políticas públicas una mayor socialización y democratización del modelo energético, reforzando la figura de los prosumidores.
Es necesario destacar el fuerte impulso que se ha realizado durante los últimos meses por el Gobierno central para incorporar estas oportunidades, limitando las barreras a la autogeneración de energía y su almacenaje, que sin duda puede ser una nueva fuente de generación de empleo y a la que las compañías tradicionales también se están sumando.
En nuestro municipio contamos con importantes industrias electrointensivas para las que la factura energética puede ser un elemento que reste ventajas competitivas, por lo que también nuestras políticas públicas tienen que tener en cuenta esta situación de partida a la hora de responder a los nuevos retos.
El principal foco de interés de los smart buildings es la eficiencia energética. ¿Qué aporta la tecnología en este sentido?
En nuestra ciudad estamos realizando una auditoría energética a casi 100 edificios municipales, en la que se contempla lo que denominamos gestión integral e inteligente de los edificios municipales.
Por otro lado, en la iniciativa Gijón-IN (ciudad innovadora, inteligente e inclusiva) que estamos ejecutando con la entidad pública empresarial Red.es con financiación del FEDER, hemos incluido la conversión de 5 edificios municipales inteligentes, 100 hogares inteligentes y 150 comercios inteligentes.
El objetivo es, por un lado, la instalación de sensores y actuadores para monitorizar y gestionar las instalaciones y equipos que consumen energía, con objeto de monitorizar consumos y poder actuar automáticamente a través de reglas preestablecidas, avanzando hacia la incorporación de inteligencia artificial en los procesos de gestión.
Por otro lado, nuestro objetivo es generar un efecto demostrador de las ventajas y beneficios que aporta la utilización intensiva de tecnologías para la mejora de la eficiencia energética y para fomentar cambios de hábitos que favorezcan el consumo responsable de energía.
Próximamente realizaremos la instalación en un colegio público de diferentes sensores, tanto energéticos como de variables ambientales, involucrando a la comunidad educativa en la gestión de la eficiencia energética del propio colegio y en la educación sobre el consumo responsable, conjugando un edificio inteligente con lo que nosotros denominamos «escuela de sostenibilidad».
Como pueden comprobar, la tecnología subyace y es el instrumento facilitador de los procesos sin llegar a convertirse en un fin en sí misma, sino manteniendo su papel como vehículo que nos permite maximizar la eficiencia energética y la reducción de emisiones.
¿A qué retos se enfrenta el sector tecnológico? ¿Y el sector industrial?
Como comentaba anteriormente, el proceso de transformación en el que estamos inmersos es una cuestión compartida tanto por los poderes y administraciones públicas, como por los sectores económicos, la sociedad en general y las personas en particular.
En este sentido, la innovación continua está favoreciendo nuevos modelos de gestión de los servicios, lo que requiere un modelo de gestión tecnológica acorde con las demandas de una sociedad del siglo XXI. Por este motivo, en mi opinión, el principal reto es la adaptación permanente al contexto socioeconómico, y esto afecta tanto al sector tecnológico como al industrial.
En el caso de las ciudades ambos sectores tienen que trabajar en ecosistemas abiertos e interoperables que fomenten tanto la colaboración como la innovación continua.
¿Qué acciones desarrolladas recientemente por su organización considera más relevantes en materia de eficiencia energética? ¿Qué papel han tenido las TIC? ¿Cuáles considera son las tendencias de más relevancia en este ámbito?
Estamos trabajando en dos grandes actuaciones: por un lado, en la ejecución de la iniciativa Gijón-IN, en la que está incluida la gestión integral e inteligente del alumbrado público y de los edificios municipales, y, por otro lado, en escalar a todo el término municipal —con un total cercano a 44.000 puntos de alumbrado y 100 edificios municipales— esta gestión integral e inteligente de la energía.
Para ello hemos conseguido financiación de la convocatoria para ciudades inteligentes de la entidad público empresarial Red.es, dentro del programa operativo de crecimiento inteligente del FEDER, y también a través del Fondo Europeo de Eficiencia Energética.
Actualmente estamos finalizando la auditoría energética en grado de inversión de las instalaciones afectadas, y en breve vamos a lanzar una comunicación a los fabricantes, a la industria y al sector TIC para que participen en un proyecto piloto real en un «espacio demo», siempre con el objetivo de garantizar la interoperabilidad de los diferentes componentes y dispositivos de cualquier fabricante que utilice los protocolos abiertos y las tecnologías que estamos desplegando en la ciudad.
La utilización del internet de las cosas para incorporar la gestión punto a punto del alumbrado nos ha arrojado unos datos de ahorro que se sitúan en torno a un 12% adicional, con respecto a la gestión tradicional. Además, estamos construyendo una red, una infraestructura abierta al ecosistema de innovación y emprendimiento de nuestra ciudad para fomentar nuevos yacimientos de empleo.
Nuestra visión es que la principal tendencia apunta a construir ciudades abiertas e inclusivas, con neutralidad tecnológica para incorporar al máximo número de agentes que puedan generar valor a la sociedad y al bienestar de las personas. El modelo en el que estamos en fase de implantación nos permitirá avanzar en este camino.
Lo que estamos observando de otras ciudades, a nivel global, es la necesidad de contar con un modelo de ciudad que se construya sobre una fuerte infraestructura tecnológica para responder a los retos de la gestión pública avanzada, que incluya las dimensiones del gobierno abierto, y a la vez convertir ese proceso en una ventaja competitiva. Es lo que denominamos «ciudad como plataforma», y supone la principal tendencia de futuro en estos ámbitos.
¿Qué valoración tienen los indicadores de eficiencia energética/sostenibilidad en la definición de vuestros proyectos tecnológicos?
Una de las principales cuestiones a las que tenemos que dar respuesta y que está en la agenda política son los objetivos de desarrollo sostenible. Las actuaciones que les he comentado en los apartados precedentes se sustentan sobre los pilares de la agenda 2030.
Existen dos grandes líneas de trabajo sobre indicadores que tenemos en fase de ejecución en el contexto de la iniciativa Gijón-IN antes mencionada, que son la identificación y diseño de los indicadores y la construcción de un cuadro de mando integral de ciudad, junto con la aplicación de herramientas de analítica avanzada que utilicen técnicas de big data, inteligencia artificial y análisis predictivo, para contar con instrumentos que nos permitan no sólo medir nuestro avance sino, también, simular escenarios que nos permitan una valoración previa del impacto de determinadas políticas públicas.