Según la ONU, en 2030 la población mundial habrá aumentado en 1.000 millones de personas, mientras que, al mismo tiempo, los Objetivos Climáticos de París nos exigen haber reducido las emisiones de carbono en un 40% para entonces.
El fuerte aumento de la población urbana está creando una demanda cada vez mayor de todo tipo de infraestructuras y servicios en nuestras ciudades y sus alrededores, como la movilidad, la seguridad, la energía, la asistencia sanitaria y el suministro de alimentos. Aunque las ciudades sólo ocupan el 3% de la superficie terrestre, sus habitantes consumen más de tres cuartas partes de toda la energía.
Para los ayuntamientos, el crecimiento urbano crea grandes retos en el espacio público, por ejemplo, en lo que respecta a la accesibilidad, la calidad del aire, los espacios verdes, el estrés térmico, el aumento del bullicio en las calles, la delincuencia y, por tanto, la seguridad. Nuestra sociedad se está digitalizando, y las soluciones digitales ofrecen enormes oportunidades, ya que estas nuevas tecnologías pueden ayudar a mantener nuestras ciudades habitables y prepararlas para el futuro.
La conectividad digital se ha convertido en una parte esencial de nuestras necesidades personales y, por tanto, de nuestros servicios urbanos. El crecimiento exponencial del tráfico de datos exige invertir en conexiones a Internet de alta calidad, ultrarrápidas y fiables.
El hecho de tener que trabajar desde casa y la escuela en casa debido a la pandemia ha demostrado claramente que el actual ancho de banda de nuestro internet está llegando a sus límites. Los nuevos estándares de telecomunicaciones, como el 5G y el WiFi6, ofrecen la perspectiva de velocidades mucho mayores, pero también vienen con preguntas. ¿Cómo proporcionamos un internet inalámbrico estable cuando la demanda es alta? ¿Cómo podemos compensar el mínimo coste con la máxima velocidad? ¿Cómo garantizamos que la intensidad de la señal (potencia de la antena) sea lo más baja posible?
Incluso cuando la gente utiliza Internet inalámbrico de alta velocidad, la mayor parte del tráfico de datos sigue teniendo lugar a través de un cable bajo tierra. Los cables de fibra óptica son indiscutibles en cuanto a capacidad y velocidad. Como autopistas digitales, constituyen la columna vertebral de nuestra infraestructura digital de alto rendimiento. Sin embargo, el uso y la instalación de cables de fibra óptica conlleva algunos retos.
En nuestras ciudades, cada vez hay más dispositivos conectados de forma inalámbrica. Además de nuestros smartphones, los vehículos y todo tipo de sensores y sistemas intercambian datos (“Internet de los Objetos”). Esto requiere una red robusta, estable y de alta velocidad. La ampliación de la red es cara y suele ser instalada por los proveedores de telecomunicaciones e internet, lo que significa que estas empresas construyen sus propias redes de fibra óptica en paralelo. Esto significa tener que abrir las calles varias veces, lo que provoca interrupciones más frecuentes y un aumento de los costes.
Reubicar y añadir puntos de conexión inalámbricos a la red de fibra óptica, como pequeñas células para 5G o cámaras, siempre requiere la instalación de una conexión de fibra óptica adicional. Las tecnologías inalámbricas están surgiendo como una extensión de la red de fibra óptica. Estas redes híbridas permiten combinar lo mejor de dos mundos: la red fija de fibra óptica como red vial principal y las conexiones inalámbricas que conectan cada lugar de nuestra ciudad hasta el último nervio: casas, edificios y columnas de alumbrado. Esto reduce los costes y las interrupciones y aumenta la flexibilidad.
A medida que crece la demanda de mayores anchos de banda y velocidades de Internet, las tecnologías inalámbricas también evolucionan. Esto significa que los dispositivos inalámbricos y los puntos de acceso a la red deben acercarse a las personas y al tráfico. Con frecuencias más altas se pueden enviar muchos más datos, pero el alcance de las señales disminuye, al igual que la capacidad de atravesar paredes y objetos.
Esto significa que las opciones actuales, como la colocación de antenas en los tejados, ya no son tan factibles. Para aumentar la capacidad, hay que llevar los puntos de acceso inalámbricos al nivel de la calle. La red granular de alumbrado es casi ideal para ubicar estos equipos. Las columnas de alumbrado están cerca de los consumidores de datos, se encuentran en todas partes a distancias pequeñas (30-50 metros) y tienen la altura adecuada para las señales inalámbricas. Las extensiones inalámbricas gigabit de la red de fibra óptica funcionan a frecuencias aún más altas que los puntos de acceso de telecomunicaciones o WiFi, por lo que las luminarias también son ideales para ello. Las ciudades pueden desempeñar un papel decisivo en la transformación de su actual infraestructura urbana y en la aceleración de sus iniciativas de digitalización hacia un futuro sostenible.
BrightSites by Signify crea la infraestructura digital para las redes de datos en la red de alumbrado.