La Inteligencia Artificial (IA) se erige como el motor de la eficiencia y la innovación, prometiendo optimización de costes y una aceleración sin precedentes. Sin embargo, si realmente queremos acelerar su despliegue e implementación, es indispensable involucrar a las personas y hacerlo desde su plano más humano, entendiendo cómo funcionamos y, sobre todo, cómo funciona nuestro cerebro.
Vivimos un momento de disrupción, con la IA presentándose como un imperativo que genera urgencia. A menudo, esta velocidad se traduce en una gestión del cambio caótica, ignorando cómo nuestro cerebro, por naturaleza, reacciona a lo desconocido. La neurociencia nos enseña que el miedo y la incertidumbre activan diferentes tipos de respuestas, entre las que se encuentra la de la resistencia, dificultando la adaptación a nuevos comportamientos y formas de trabajo. Si no entendemos esto, la promesa de la IA se quedará en el plano teórico.
Los Niveles Neurológicos de Robert Dilts nos ofrecen un marco para comprender parte de esta complejidad. Es habitual que los procesos de transformación se enfoquen únicamente en cambios de comportamientos («¿qué harán ahora nuestros empleados con la IA?”. Sin embargo para lograr un cambio de verdad, se debe guiar y acompañar a las personas, entendiendo que todo aquello que no se ve, como puedan ser las creencias y los valores, impactan de manera directa en el proceso de cambio. ¿Qué creen los equipos sobre la IA, es una amenaza o una oportunidad? ¿Valoramos la colaboración humana sobre la eficiencia algorítmica? Ignorar estas capas es construir sobre arena.
En esta era digital, la «humanidad» es una cualidad esencial. Nos obsesionamos con métricas de negocio, pero ¿cómo medimos el impacto en la creatividad, la inteligencia colectiva o las interacciones sociales? La neurociencia sugiere que una implementación descuidada de la IA podría derivar en una reducción de la autonomía o la cohesión social, aspectos vitales para la salud organizacional. El bienestar de las personas no es un añadido, sino un pilar para el éxito a largo plazo.
Para una adopción exitosa, es fundamental abordar la gestión del cambio desde una perspectiva holística, que considere las respuestas emocionales de miedo y comportamientos como la resistencia, como temas cruciales a entender y atender. Esto implica ir más allá de la capacitación técnica para trabajar en el propósito, la narrativa y las creencias entre otros conceptos, construyendo un entorno donde las personas se sientan más seguras y empoderadas para co-crear con la IA. La clave no está solo en la potencia de la máquina, sino en el cerebro humano que la utiliza y la integra.