Por un lado, este cambio significa que los consumidores clásicos se puedan convertir en “prosumidores”, mediante la instalación de sistemas de producción local de energía renovables que favorecen el autoconsumo. Pero para maximizar este beneficio ¿cómo pueden los usuarios adaptar sus consumos a la producción local?. Por otro lado, los operadores de red eléctrica tienen que lidiar con los posibles desequilibrios causados por el excedente proveniente de dicha producción local cuando no se consume tanto como se produce.
¿Cuáles podrían ser las soluciones? La instalación de sistemas de almacenamiento es una de ellas. Un ejemplo son las baterías estacionarias, en las cuales se almacena la energía para ser consumida después, ayudando a maximizar el consumo de renovables y evitar la problemática generada por la producción intermitente. Otro ejemplo es el uso de las baterías de los vehículos eléctricos para cargar y descargar energía cuando sea más conveniente (más barato, cuando haya más renovables disponibles, etc.).
Otra solución es la aplicación de “flexibilidades” en los consumos, donde la demanda y la producción de energía se armonizan. Para ello, a los consumidores se les ofrecen recomendaciones para adaptar su comportamiento, ayudando a los operadores de red a evitar picos de consumo y a mantener la red estable. A cambio de dicha flexibilidad o adaptabilidad, los usuarios reciben una compensación. E incluso, los fabricantes de electrodomésticos y dispositivos inteligentes están empezado a ofrecer esta automatización en sus equipos – recibiendo señales que provocan los cambios por ej. las diferentes tarifas horarias – sin que al usuario se le reduzca su nivel de confort.
Por todo ello, la descentralización de la generación energética provoca un cambio radical en el sector energético: el empoderamiento del consumidor final y la necesaria adaptación de los operadores de red eléctrica a dicho cambio. Crea un nuevo mercado basado en la flexibilidad de los consumos, abriendo la puerta a nuevos actores – como los agregadores – que pueden ayudar al usuario final a sacar partido de esta nueva situación y a la vez facilitar un uso más racional y sostenible de la energía y su infraestructura.