Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad en los próximos años es el cambio climático. Cumplir con los objetivos del Acuerdo de París es tarea de todos. También de la banca.
La única forma de conseguir este objetivo es reduciendo el consumo, mejorando la tecnología o una combinación de ambos. Si tuviese que ordenar por relevancia, creo que la innovación, la mejora de la eficiencia y de las tecnologías son prioritarias.
Pensemos por un momento no sólo en los países desarrollados, también en los emergentes, que todavía tienen muchas necesidades de infraestructuras, las cuales tendrán que ser sostenibles. Eso se consigue con tecnología y aquí es donde entra en juego el sector financiero y la banca: para financiar la transición a una economía baja en carbono se necesitará una inversión de 130.000 millones para 2030…
Una inversión de tales magnitudes no la puede abordar el sector público en solitario. Se necesita la financiación del sector privado para, por ejemplo, avanzar en las ciudades inteligentes, captura y almacenamiento de CO2, agro-tech, etc…
Innovación también en el diseño de los productos financieros para atender estas necesidades. Hablamos de Bonos verdes, ESG linked bonds y la incorporación de de tecnologías como blockchain para su desarrollo.