Nos enfrentamos así a un gran desafío, crucial para muchos sectores que dependen de la buena gestión de los datos para mejorar sus resultados y atender a las necesidades de los clientes o ciudadanos. Por ese motivo, administraciones públicas, instituciones sanitarias, entidades bancarias, operadores de telecomunicaciones, empresas de suministro energético, constructoras o empresas de servicios digitales muestran cada vez un mayor interés por los centros de datos y las soluciones de gestión de la información.
Estos centros de datos o data centers son las infraestructuras más críticas para interconectar, almacenar, proteger y procesar todos esos millones de petabytes de datos que estamos generando. Y están viviendo un momento histórico en nuestro país. De hecho, según la Asociación Española de Data Centers, Spain DC, solo la Comunidad de Madrid, recibirá una inversión de más de 16.320 millones de euros para el impulso de este sector hasta 2026.
La tendencia es imparable, pero, desde el punto de vista de la sostenibilidad, el principal problema es que contaminan más de lo que imaginamos. Según el estudio llevado a cabo por Atlantic Ventures para Nutanix, los centros de datos tradicionales emiten actualmente cerca de 27 millones de toneladas de CO2e al año solo en la región EMEA, el equivalente a 5,9 millones de vehículos.
¿Cómo resolvemos entonces este problema? Hay muchas formas de hacerlo. Algunas organizaciones, abandonan por completo sus centros de datos locales y se pasan a la nube. Sin embargo, esto no supone necesariamente un ahorro en los costes de funcionamiento. De hecho, a muchas empresas les resulta incluso más caro que gestionar un centro de datos in situ y tampoco aborda los problemas relacionados con el calentamiento global, simplemente los convierte en un problema ajeno.
Por eso creemos que el centro de datos precisa cambios en su modelo operativo, para ofrecer los beneficios de la computación en nube a un menor coste en términos de energía y emisiones. De hecho, ese cambio ya se está produciendo con un número creciente de organizaciones que pasan de las arquitecturas tradicionales a los modelos de nueva generación, en particular las infraestructuras hiperconvergentes (HCI) que, según la mayoría de los analistas, son la mejor y más conveniente forma de reducir el consumo de energía y la huella de carbono de los data centers. El mismo estudio de Atlantic Ventures que comentaba anteriormente confirma que estas innovadoras arquitecturas HCI podrían reducir el consumo de energía y la huella de carbono en aproximadamente un 27% al año.
En definitiva, aunque es justo reconocer que el sector de los centros de datos ha logrado importantes mejoras en la eficiencia energética durante las últimas décadas, también sigue siendo un gran consumidor de energía y tenemos que seguir trabajando para hacerlos más eficientes y mejorar la protección del planeta.