¿Qué papel juega la tecnología para conseguir que instituciones, ciudades, industrias, centros de datos, infraestructuras tecnológicas, etc., mejoren su eficiencia energética? ¿Cuáles considera son las tendencias más relevantes en este ámbito? La eficiencia energética se consigue básicamente mejorando nuestro nivel de control de los sistemas y procesos que consumen o generan energía. Esto se traduce en tener muy buena información de los procesos, para poder realizar análisis exhaustivos y entender exactamente lo que está ocurriendo, implementar un control más preciso en los mismos, mejorar la toma de decisiones y, finalmente, conseguir la mejora continua cerrando todo el ciclo.
Las nuevas tecnologías digitales pueden ayudarnos en cada uno de los aspectos anteriores: adquisición masiva de datos (IoT), análisis de los datos para la predicción del comportamiento de sistemas complejos (machine learning), mejora del control y toma de decisiones (IA, gemelos digitales, etc.), y en otras muchas cuestiones. Estas tecnologías, que acabo de mencionar (IA/ML, IoT, etc.), son actualmente tendencia y empiezan a aplicarse en los procesos cotidianos, pero en los próximos años, veremos como irrumpen otras nuevas que están ahora en fase de desarrollo, tales como la computación cuántica, nanomateriales, biotecnología, edición genética, nuevas formas de energía etc.
¿Considera estratégica la necesidad de reducir el consumo energético entre las empresas del sector industrial? ¿Entra en sus planes estratégicos acciones para mejorar la eficiencia energética?
La respuesta es obviamente sí. No solo para mejorar la competitividad o los beneficios, sino porque es algo que nos demanda la sociedad y el medioambiente y, además, las empresas que no lo hagan no sobrevivirán en el nuevo entorno.
Creo que cualquier empresa del sector energético que se plantee seriamente su futuro debe incluir la eficiencia energética como un elemento central de su plan estratégico.
Cepsa, la empresa en la que trabajo, no es una excepción. Con nuestra estrategia 2030 ‘Positive Motion’ tenemos unos objetivos de descarbonización que están entre los más ambiciosos del sector energético.
¿A qué retos se enfrenta el sector tecnológico? ¿Y el sector industrial?
En el sector industrial, los principales retos son la escasez de recursos y materias primas, y el impacto de los procesos industriales en el medioambiente. Asimismo, es necesario implementar mejoras a un ritmo mucho más rápido que hasta ahora, adaptándonos a entornos cambiantes que requieren nuevas soluciones imaginativas y, al mismo tiempo, hacerlo optimizando los medios disponibles (incluyendo al talento cada vez más se siente más atraído por el sector tecnológico).
En el sector tecnológico, las grandes empresas necesitan tomar consciencia de su enorme responsabilidad por el impacto que las tecnologías pueden tener en la sociedad y el medioambiente, y actuar en consecuencia, supeditando su desarrollo al bienestar de la sociedad por encima de intereses particulares, ya sean corporativos o políticos. ¿Veremos cómo algunas de estas tecnologías que actualmente tienen un alto nivel de uso y aceptación social son denostadas en el futuro a la vista de sus consecuencias negativas? Tenemos algunos ejemplos de que esto ya ha ocurrido en el sector industrial. En cualquier caso, una conclusión clara es que es imprescindible la colaboración de ambos sectores para construir un mejor futuro para nuestra sociedad.
¿Cómo se puede lograr un despliegue eficiente de las tecnologías?
Cualquier tecnología no deja de ser una herramienta y, como tal, debe ser aplicada siempre como medio para solucionar un problema, no como fin en sí mismo. En consecuencia, su despliegue debe ir precedido por un análisis de los procesos que se quieren mejorar y, particularmente, del papel que las personas tienen en dichos procesos, a fin de definir la mejor estrategia para su implementación. En dicha estrategia, la gestión del cambio jugará siempre un papel relevante. Si no se hace así, caemos en aquello que se dice en un proverbio japonés: «para el que tiene un martillo, todos los problemas son clavos». La tecnología no puede ser utilizada como un martillo.
¿Qué valoración tienen los indicadores de eficiencia energética y sostenibilidad en la definición de vuestros proyectos tecnológicos?
Si la estrategia de tu compañía gira en torno a la transición energética, los proyectos tecnológicos para llevar a cabo dicha estrategia deben necesariamente estar soportados por indicadores de desempeño clave (KPI, por sus siglas en inglés) de mejora de eficiencia y sostenibilidad. Una de las dificultades que habitualmente nos encontramos es que muchos proyectos requieren despliegues de infraestructuras habilitadoras (redes de comunicación, data lakes, etc.), que por sí mismas no tienen un impacto directo en estos KPI. Diseñar una hoja de ruta óptima que permita el despliegue gradual de los casos de uso al mismo tiempo que las infraestructuras habilitadoras que los hacen posible es en sí un gran reto. No solo se trata de hacer proyectos de sostenibilidad, tienes que hacerlo además de manera sostenible.
¿Cómo le gustaría ver a España, desde el punto de vista de la competitividad energética, en el año 2030?
Creo que España tiene una gran oportunidad si sabe aprovechar la transición energética, convirtiéndose en un proveedor de energía verde para el resto de Europa gracias a su privilegiada situación geográfica. Esto exigirá liderazgo, visión estratégica a medio y largo plazo, apoyo de la sociedad, inversores y políticos, colaboración entre las empresas, tanto industriales como tecnológicas, y finalmente muchas dosis de talento y entusiasmo.
Soy optimista en que estas condiciones se pueden reunir y de hecho ya está sucediendo, como reflejan las últimas iniciativas y proyectos anunciados por Cepsa, como el Valle Andaluz del Hidrógeno Verde, la planta de biocombustibles de segunda generación (2G) en el Parque Energético La Rábida (Huelva), la planta de amoníaco verde en el Parque Energético San Roque (Cádiz), etc.