¿Cómo percibe el nivel de conciencia en empresas y entidades públicas en torno a la eficiencia energética? ¿Cree que la sostenibilidad está convirtiéndose en un factor competitivo y de responsabilidad clave?
En mi experiencia, el nivel de conciencia en las empresas y las entidades públicas sobre la eficiencia energética ha evolucionado notablemente, aunque todavía existen áreas de mejora. En el caso de sectores como el nuestro, donde la energía desempeña un papel estratégico, la eficiencia energética ha pasado de ser una recomendación, a convertirse en una prioridad operativa y un imperativo estratégico. Este cambio ha sido impulsado por factores regulatorios, por las expectativas de los inversores y por el creciente compromiso social con la transición energética.
Respecto a la sostenibilidad, estamos observando cómo se consolida como un pilar fundamental, tanto desde la perspectiva de la competitividad como de la responsabilidad. Para las empresas energéticas, la sostenibilidad ya no es solo una cuestión de cumplimiento normativo; es una ventaja competitiva que permite diferenciarse en un mercado en plena transformación. Iniciativas como la integración de gases renovables en nuestras infraestructuras, el desarrollo de proyectos de hidrógeno verde o la descarbonización de la cadena de valor no solo refuerzan nuestra posición de liderazgo, sino que también responden a una demanda creciente de nuestros grupos de interés.
En este sentido, la sostenibilidad actúa como un catalizador para la innovación, la eficiencia operativa y la creación de valor a largo plazo. Sin embargo, el reto es garantizar que este compromiso sea transversal, alcanzando a todas las áreas de la organización y permeando la cultura corporativa. Desde mi perspectiva, el papel de Enagás no es solo liderar esta transformación dentro del sector, sino también ejercer como facilitador para el resto del ecosistema energético y social.
Por tanto, creo firmemente que nuestra responsabilidad como líderes es seguir impulsando esta agenda, apoyándonos en nuestra capacidad técnica, la innovación y una visión estratégica que coloque la sostenibilidad en el centro de nuestras decisiones e inversiones.
En 2030, ¿cómo le gustaría ver a España en términos de competitividad y sostenibilidad energética? ¿Qué rol deberían tener las empresas y las instituciones en alcanzar este objetivo?
En 2030, me gustaría ver a España consolidada como un referente europeo en competitividad y sostenibilidad energética, liderando la transición hacia una economía descarbonizada y digitalizada. Esto implicaría un sistema energético que combine fiabilidad, accesibilidad y sostenibilidad, con una alta penetración de energías renovables y unas infraestructuras que garanticen el suministro energético y la integración de un mercado a nivel europeo. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030 ya establece objetivos ambiciosos, como reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 32% respecto a 1990, alcanzar un 48% de energías renovables en el consumo final de energía y mejorar la eficiencia energética en un 43%.
España tiene una posición estratégica privilegiada como puerta de entrada del gas natural y como gran productor de hidrógeno renovable a precios más competitivos que otros Estados miembros, y esta ventaja debe aprovecharse para reforzar nuestra competitividad.
Para 2030, España tiene la oportunidad de ser un país que haya avanzado significativamente en la diversificación de su matriz energética, con una red de infraestructuras preparada para gestionar de forma eficiente y segura el hidrógeno verde y otros gases renovables. Además, puede reducir su dependencia energética externa e integrar plenamente soluciones de almacenamiento, digitalización y eficiencia energética en toda la cadena de valor.
Las empresas y las instituciones, trabajando juntas, tenemos la responsabilidad de construir este futuro, y estoy convencida de que nuestra experiencia, talento y visión estratégica nos permitirán lograrlo.
Las empresas deben innovar y desarrollar tecnologías que faciliten la transición energética, como el hidrógeno verde, la captura de carbono y la digitalización de las operaciones. También deben trabajar en la adaptación y optimización de las infraestructuras existentes, asegurando su compatibilidad con las nuevas demandas energéticas. En el caso de Enagás, nuestro papel como operador de infraestructuras y promotor de proyectos de gases renovables nos posiciona como actores esenciales para construir este futuro.
Las instituciones públicas deben seguir avanzando para proporcionar un marco regulatorio claro, estable y alineado con los objetivos de descarbonización. Es crucial que impulsen la colaboración público-privada y promuevan mecanismos de financiación que permitan acelerar la adopción de tecnologías limpias. Además, deben fomentar la educación y la sensibilización para asegurar una transición inclusiva que cuente con el respaldo de toda la sociedad.
En definitiva, para 2030, me gustaría ver a España como un líder en sostenibilidad energética y competitividad. Esto implicaría una economía robusta y moderna, impulsada por energías renovables y tecnologías innovadoras.
¿Cómo están afectando las nuevas fuentes de energía renovable y las tecnologías inteligentes al modelo de negocio en el sector de la energía?
Las nuevas fuentes de energía renovable y las tecnologías inteligentes están transformando significativamente el modelo de negocio en el sector energético.
Entre los puntos clave sobre cómo están afectando, destacan la diversificación y descentralización. Las energías renovables, como la solar, la eólica, las plantas de biometano o las plantas de producción de hidrógeno renovable, permiten una generación de energía más distribuida, descentralizada y autónoma. Esto reduce la dependencia de grandes plantas de energía y fomenta la generación local, lo que mejorar la autonomía y, por tanto, la seguridad del suministro.
La reducción de costes también es importante. La caída de los precios de las tecnologías renovables ha hecho que estas fuentes sean más competitivas económicamente. Por ejemplo, el coste de la energía solar ha disminuido en un 85% entre 2010 y 2020. Esto está llevando a una mayor adopción de energías limpias y una reducción en los costos operativos a largo plazo.
En el ámbito de la Innovación y Eficiencia, las tecnologías inteligentes, como la inteligencia artificial (IA) y el Internet de las Cosas (IoT), están optimizando la gestión de la energía. Estas tecnologías permiten una mejor previsión de la demanda, la gestión de la red y el mantenimiento predictivo, lo que mejora la eficiencia y reduce los costos.
La transición hacia energías renovables y tecnologías inteligentes está impulsando nuevos modelos de negocio, como las comunidades energéticas y los contratos de energía a largo plazo (PPA). Estos modelos permiten a los consumidores y empresas tener un papel activo en la generación y gestión de su propia energía.
Además, las empresas están cada vez más comprometidas con la sostenibilidad, no solo por razones regulatorias, sino también por la demanda de los consumidores y la presión de los inversores. La adopción de energías renovables y tecnologías inteligentes es vista como una forma de mejorar la reputación y cumplir con los objetivos de responsabilidad. social corporativa.
¿Qué papel juega la digitalización en optimizar la gestión y distribución energética en utilities? ¿Existen innovaciones clave que considere transformadoras?
La digitalización desempeña un papel crucial en la optimización de la gestión y distribución energética en las utilities, ya que permite una gestión más eficiente, flexible y sostenible de los recursos energéticos. Gracias a herramientas como el análisis de datos, la inteligencia artificial (IA), el Internet de las Cosas (IoT) y las plataformas de gestión digital, las utilities pueden mejorar la eficiencia operativa, reducir costes y aumentar la resiliencia de sus infraestructuras.
Por ejemplo, la digitalización facilita el mantenimiento predictivo de las infraestructuras críticas mediante sensores inteligentes y análisis avanzados. Esto no solo reduce los costes de mantenimiento, sino que también mejora la seguridad operativa.
Los gemelos digitales (digital twins) son modelos virtuales de infraestructuras energéticas que permiten simular y analizar diferentes escenarios operativos antes de implementarlos en el mundo real. Contemplan todo el ciclo de vida del activo, desde su diseño y construcción, hasta la operación, mantenimiento y desmantelamiento. Esto permite la mejora del trabajo colaborativo, la disponibilidad de toda la información referente al activo, optimiza la toma de decisiones y reduce riesgos operativos.
La gestión de la demanda mediante IA y machine learning también es clave. La inteligencia artificial está revolucionando la previsión de la demanda y el comportamiento del consumo, permitiendo ajustar la oferta energética de manera más eficiente. Esto es especialmente importante en un contexto de integración de energías renovables, donde la predicción precisa es clave para garantizar la estabilidad del sistema.
En el caso de Enagás, la digitalización es una herramienta estratégica para avanzar hacia la descarbonización y la sostenibilidad y poder alcanzar nuestros objetivos estratégicos. Tecnologías como los gemelos digitales y la metodología BIM nos ayudarán a optimizar nuestras infraestructuras desde su fase de diseño hasta su fase de operación y mantenimiento.
¿Cómo afronta el sector industrial la descarbonización? ¿Cuáles son las barreras principales para implantar procesos más sostenibles?
El sector industrial está afrontando la descarbonización como un desafío estratégico ineludible, impulsado por la presión regulatoria, las demandas de los consumidores y las metas climáticas globales.
Este proceso implica una transformación profunda en la manera de operar, con un enfoque hacia la integración de tecnologías más limpias, la optimización de los procesos productivos y la adopción de nuevas fuentes de energía renovable y gases descarbonizados, como el hidrógeno verde, la captura de CO2 o el amoniaco renovable
Entre las estrategias clave del sector industrial para la descarbonización, destaca la electrificación de procesos. Muchas industrias están apostando por la electrificación de procesos térmicos y productivos, especialmente cuando es posible utilizar electricidad proveniente de fuentes renovables.
Otra estrategia relevante es el uso de gases renovables y captura de carbono: Sectores intensivos en emisiones, como el siderúrgico o el químico, están incorporando tecnologías como el uso de hidrógeno verde en sustitución de combustibles fósiles o sistemas de captura, uso y almacenamiento de carbono (CCUS).
En cuanto a la eficiencia energética, la digitalización y la sensorización de procesos permiten identificar ineficiencias y reducir el consumo energético, logrando una doble ventaja en términos de costes y sostenibilidad.
La economía circular es otro factor clave. Muchas empresas están rediseñando sus cadenas de suministro para maximizar la reutilización de materiales y minimizar los residuos.
Respecto a las barreras principales para implantar procesos más sostenibles, cabe destacar lo costes iniciales elevados. La implementación de tecnologías limpias requiere inversiones significativas que, en ocasiones, tienen periodos de retorno más largos.
Otra barrera son las Infraestructuras insuficientes. La falta de redes de trasporte para gases renovables o sistemas eficientes de almacenamiento energético es una barrera crítica para la adopción generalizada.
El marco regulatorio y normativo también puede ser un obstáculo. La incertidumbre sobre futuras políticas energéticas y climáticas puede frenar la adopción de medidas a largo plazo, al igual que la falta de incentivos fiscales o ayudas para facilitar la transición.
Adaptar los procesos existentes para hacerlos más sostenibles requiere tiempo, planificación y la formación de los equipos, lo que puede generar resistencia al cambio. En este sentido, los retos operativos y de capacitación son otros factores a tener en cuenta.
Por todo ello, el sector industrial no puede afrontar este reto solo. Es esencial una colaboración activa entre las empresas, los gobiernos y las instituciones financieras para superar estas barreras.
En definitiva, la descarbonización del sector industrial es un reto complejo, pero también una oportunidad para transformar la industria en un motor de sostenibilidad, competitividad e innovación. Con un enfoque estratégico y la colaboración adecuada, este sector puede desempeñar un papel clave en la consecución de los objetivos climáticos globales. procesos operativos.