Bajo la dirección de Tomás Malango en el área de Transformación Industrial y Economía Circular, la compañía ha puesto en marcha iniciativas de alto impacto como la fabricación de combustibles 100% renovables, comercializados en nuestra red de estaciones de servicio bajo la gama de productos Nexa, y la progresiva sustitución del hidrógeno convencional por hidrógeno renovable en los principales complejos industriales. Destaca como proyecto especialmente innovador la Ecoplanta de Tarragona, referente global en economía circular gracias a su capacidad para transformar residuos municipales en metanol renovable y productos circulares con elevado valor añadido, posicionando a España en la vanguardia tecnológica internacional. El reconocimiento de organismos europeos (IPCEI, Innovation Funds) y globales (SBCOP en COP 30) corrobora la relevancia de estas actuaciones, que evidencian la viabilidad de mantener una industria competitiva y generadora de empleo cualificado, al tiempo que se minimiza la huella ambiental.
¿De qué manera la tecnología y la innovación están impulsando la transición energética o la transformación del sector industrial y de la movilidad?
En Repsol llevamos la innovación y la tecnología en nuestro ADN, al igual que tenemos muy clara nuestra apuesta por la industria y por generar empleo industrial de calidad. Hoy, en un momento en el que todos debemos replantearnos cómo reducir las emisiones de CO₂, nuestra respuesta es clara: tecnología y personas.
Estamos transformando los activos y a las personas que trabajan en nuestros centros industriales con soluciones innovadoras. Por ejemplo, ya producimos combustibles 100% renovables que reducen las emisiones netas de CO₂ hasta en un 90%, sustituyendo la materia prima fósil por recursos orgánicos como aceites usados o biomasa. Además, vamos a reemplazar el hidrógeno convencional por hidrógeno renovable, con proyectos tan ambiciosos como el gran electrolizador de 100 MW que acabamos de anunciar en Cartagena. Invertimos de forma constante para mejorar la eficiencia energética de nuestros procesos, reciclamos plásticos usados para crear nuevos polímeros de altas prestaciones, cerrando el ciclo de los materiales y reduciendo las emisiones de CO₂.… porque estamos demostrando que es posible seguir fabricando los productos que la sociedad necesita, pero con una huella de carbono mucho menor.
En paralelo, hemos desarrollado la Universidad Repsol, epicentro del upskilling y reskilling necesario para que nuestro equipo pueda adaptar o adquirir las competencias necesarias para gestionar los nuevos activos.
En definitiva, hacemos que esta transformación ocurra, que sea rentable y competitiva, porque solo así podremos mantener una industria fuerte, que genere empleo de calidad y que evolucione de manera realista y responsable.
¿Qué proyecto reciente de su organización considera más innovador?
Un proyecto que me ilusiona especialmente es la Ecoplanta de Tarragona. Es una iniciativa pionera que utiliza la tecnología de gasificación más avanzada para convertir residuos municipales no reciclables en metanol renovable y productos circulares de alto valor añadido. Así, evitamos que esos residuos terminen en vertederos y, al mismo tiempo, impulsamos la economía circular y la descarbonización, situando a España y a Repsol en la vanguardia tecnológica.
Es un proyecto que recientemente ha recibido varios reconocimientos. Por su carácter innovador y elevado potencial para reducir emisiones, Ecoplanta fue seleccionado por la Comisión Europea entre más de 300 proyectos para recibir financiación a través del programa Innovation Fund. Mission Possible Partnership, una iniciativa mundial, ha incluido la Ecoplanta en su nuevo Global Project Tracker, un mapa que recoge ejemplos reales de transformación industrial en todo el mundo; y el pasado 12 de noviembre, el grupo Sustainable Business COP también reconoció la Ecoplanta como caso de éxito internacional en el informe presentado en Brasilia en el marco de la COP30.
¿Qué tendencias considera clave para avanzar en la sostenibilidad y reducción de emisiones en movilidad? ¿Cómo afectan estas tecnologías a la competitividad?
La clave está en la neutralidad tecnológica: debemos aprovechar todas las soluciones disponibles para descarbonizar la movilidad. En Repsol apostamos por la electrificación y los combustibles renovables, que en la práctica son, a corto plazo, los biocombustibles, y a más largo plazo, también los combustibles sintéticos. No existe una única solución, todas aportan, se complementan. La combinación de tecnologías es la que nos permite avanzar más rápido y de forma más eficiente.
La producción de combustibles renovables a partir de residuos orgánicos y aceites usados es una tendencia a nivel mundial. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), ha publicado recientemente el informe “Delivering Sustainable Fuels – Pathways to 2035” en el que reconoce el potencial de esta solución para reducir emisiones en sectores que siguen dependiendo de soluciones basadas en combustibles y destaca que, implementando las políticas ya anunciadas, sería posible multiplicar por cuatro el uso de combustibles renovables en 2035. Alineado con este informe, la iniciativa internacional Belém x4 que se acaba de presentar en el marco de la COP 30 propone cuadruplicar la producción y uso mundial de combustibles sostenibles antes de 2035 respecto a los niveles de 2024.
En Repsol ya estamos implementando esta tendencia a gran escala. Desde el pasado año, nuestra planta de Cartagena fabrica diésel 100% renovable y SAF, el combustible sostenible de aviación. Además, acabamos de fabricar, por primera vez a escala industrial, gasolina 100% renovable. Es un hito a nivel mundial del que estamos muy orgullosos, porque de nuevo, la tecnología ha demostrado que con empeño, se puede. Con el diésel y la gasolina 100% renovables hemos demostrado que una movilidad con menos emisiones netas de CO2 es posible desde ya, en los vehículos de combustión actuales, sin cambiar nada. ¿Qué más haría falta? Una regulación incentivadora. Por ejemplo, con objetivos a largo plazo para vehículos ligeros y pesados por carretera, como ya tenemos en los sectores de aviación y marítimo. Son acciones que aportan certeza y afianzan las inversiones necesarias para su desarrollo. Porque la realidad industrial es que no es posible producir combustibles para aviación y marítimo sin el sector de la carretera. Los procesos y las plantas son así.
¿Cómo afronta el sector industrial la descarbonización? ¿Cuáles son las barreras principales para implantar procesos más sostenibles?
La descarbonización es un reto que asumimos con ambición y realismo. En Repsol estamos invirtiendo de manera decidida en la transformación de nuestras instalaciones y procesos. Apostamos por el hidrógeno renovable, la economía circular y la eficiencia energética, y estamos desarrollando proyectos de gran escala en colaboración con socios estratégicos.
Las principales barreras con las que nos estamos encontrando son la sobrerregulación, la falta de armonización normativa a nivel europeo y también la falta de neutralidad tecnológica, es decir, primar unas tecnologías frente a otras cuando todas contribuyen al objetivo, que es lo primordial. Estas trabas pueden lastrar la competitividad de la industria europea frente a otras regiones. Lo estamos viendo, por ejemplo con la industria de la automoción. En Europa teníamos una industria muy fuerte en este sector y ahora vemos cómo han cambiado las tornas, pasando a ser muy dependientes de Asia.
Debemos velar más por nuestra industria y para ello es imprescindible contar con un marco regulatorio predecible y estable que incentive la inversión y la innovación, que reconozca el valor de todas las tecnologías para la descarbonización.
En 2030, ¿cómo le gustaría ver a España en términos de competitividad y sostenibilidad energética? ¿Qué rol deberían tener las empresas y las instituciones en alcanzar este objetivo?
Me gustaría ver a España como un país que ha sabido aprovechar sus recursos y el talento de sus profesionales. Recursos como el sol y el viento, de los que gozamos en mayor medida que en otros países europeos y que nos podrían proporcionar la energía que necesitamos para producir el hidrogeno renovable competitivo. O recursos como los residuos, la nueva materia prima, que debemos de reaprovechar para crecer en independencia energética.
Por otro lado, aquí tenemos grandes profesionales, muy bien capacitados y altamente demandados en otros países y en muchos sectores, lo que demuestra que tenemos el talento. Pero debemos darles la oportunidad de crearse un futuro profesional atractivo en España, con empleos de calidad y bien remunerados.
Las empresas debemos invertir, innovar y asumir riesgos, pero necesitamos un entorno regulatorio que incentive la inversión y la descarbonización, sin penalizar la competitividad. Las instituciones deben garantizar un marco estable, predecible y coherente, que permita a la industria competir en igualdad de condiciones a nivel global y que reconozca el valor de todas las tecnologías para alcanzar los objetivos climáticos.
La llave está en la colaboración, tanto público-privada como a través de iniciativas sectoriales o multisectoriales. La colaboración y el entendimiento mutuo son la clave para avanzar juntos. En este momento de grandes cambios, unir fuerzas y compartir ideas es más valioso que nunca.











