No es ningún secreto que el sector de la construcción es uno de los principales causantes de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las cifras son escalofriantes: el carbono incorporado representa actualmente 11 % o más de las emisiones globales; en comparación, esa huella es más de cinco veces mayor que el 2 % de las emisiones generadas por toda la industria de la aviación.
Con una proyección global de más de 200 000 millones de metros cuadrados de nueva edificación entre hoy y 2060 (lo que equivale a añadir una ciudad de Nueva York al planeta cada 34 días durante las próximas cuatro décadas), las emisiones asociadas al carbono incorporado, conocido también como energía incorporada, energía oculta o energía gris, se dispararán si no se controlan.
Nos encontramos en un momento crítico para hacer frente a uno de los principales responsables (y de los más ocultos) de las emisiones de carbono: los materiales de construcción. Afortunadamente, y gracias al esfuerzo de colaboración conjunto de una serie de proveedores de tecnología con visión de futuro y empresas del sector, la industria de la construcción tiene ahora una manera rápida y precisa de medir el impacto de estos materiales.
Calcular el impacto climático ahora es más fácil
Cuando Microsoft anunció los planes de remodelación de su sede de 200 hectáreas en Redmond, Washington, la compañía se propuso ir más allá del enfoque tradicional de abordar el problema de las emisiones con soluciones centradas en la eficiencia energética y las energías renovables y comenzó a explorar otras posibilidades para reducir la huella de carbono en los materiales de construcción.
“Todo lo que construimos tiene un impacto velado en el clima debido a la energía incorporada, las emisiones de carbono generadas por la extracción de recursos y los procesos de refinado, fabricación y logísticos —afirma Katie Ross, directora senior de programas de sostenibilidad en bienes raíces e instalaciones de Microsoft—. No todos los materiales de construcción son iguales. Dependiendo del método de fabricación, un componente podría tener un nivel de carbono incorporado mucho más bajo que otro que tenga la misma apariencia y funcione exactamente igual”.
Con 17 nuevos edificios y más de 200 000 metros cuadrados de nuevo espacio para oficinas, Microsoft era plenamente consciente del potencial impacto climático de su proyecto y de la importancia de reducir los niveles de carbono incorporado para cumplir sus objetivos de sostenibilidad. En colaboración con líderes del sector, la empresa fue capaz de descubrir oportunidades claras de reducir estos niveles, hasta en 30 % y sin un aumento considerable del coste, utilizando la calculadora de carbono incorporado en la construcción (EC3).
Publicada en versión beta en noviembre de 2019, esta plataforma gratuita de libre acceso revela el nivel de carbono incorporado en los materiales destinados a los edificios, de manera que arquitectos, ingenieros y contratistas puedan tomar decisiones informadas y seleccionar aquellos que tengan un menor impacto climático. Extrayendo datos de Declaraciones ambientales de producto (DAP/EPD) verificadas por terceros, la herramienta EC3 compara la intensidad en carbono de los diferentes materiales disponibles, posibilitando una sustitución rápida y respetuosa con el medio ambiente.
Un sector al unísono
Concebida por la constructora global Skanska y el desarrollador de software canadiense C-Change Labs, e inicialmente puesta a prueba por Microsoft, la herramienta EC3 fue incubada por el Carbon Leadership Forum (CLF), que reunió una red de casi 50 empresas privadas y organizaciones no gubernamentales que cooperaron para financiar la tecnología y llevarla a todo el sector de la construcción. El objetivo de CLF es impulsar el conocimiento y la colaboración, así como emprender acciones para reducir drásticamente los niveles de carbono incorporado en los materiales de construcción y en el sector en general.
“La idea de la herramienta EC3 surgió del trabajo de Skanska en torno a la contabilización del carbono para promotores y contratistas en el área de la construcción comercial”, comenta Stacy Smedley, directora de sostenibilidad de Skanska USA Building, que dirige la implementación del proyecto EC3 de la empresa y forma parte del consejo asesor de CLF. Durante cinco años, la empresa exigió la contabilización del carbono en sus proyectos de desarrollo inmobiliario comercial en Estados Unidos, lo que les llevó a comprender que las evaluaciones del ciclo de vida y los códigos de construcción a menudo se basan en factores y cantidades promedio que no informan las decisiones de diseño. “Queríamos impulsar la reducción de carbono no solo a través de medidas dirigidas específicamente al nivel de los sistemas, sino también en las fases posteriores de especificación y adquisición de un proyecto para así poder lograr un verdadero ahorro en las emisiones”.
Aunque las energías renovables y los sistemas de construcción eficientes reducirán probablemente las emisiones operativas de carbono de estas estructuras con el tiempo, el impacto ya incurrido del carbono incorporado no se puede subsanar después de la construcción.
“Para alcanzar los objetivos de descarbonización propuestos por la comunidad científica entre ahora y 2050, el sector de la construcción tendrá que hacer una contribución enorme —declara Kate Simonen, directora del CLF y catedrática de la Universidad de Washington—. Técnicamente hablando, sabemos cómo construir edificios con cero emisiones de carbono, pero tenemos que actuar juntos y dar tiempo al sector para responder. Tenemos que intervenir ahora y tomar decisiones basadas en los mejores datos disponibles”.
Para el sector, el impacto real podría ser una mayor demanda de productos con menos carbono incorporado, lo que podría llevar a los fabricantes a competir por desarrollar soluciones asequibles y de alto rendimiento. Según afirma Simonen, hay un gran interés por parte de los fabricantes, que consideran la herramienta EC3 como una especie de marcador y quieren saber cómo lo están haciendo.
«La herramienta EC3 te ayuda a entender dónde centrar tus esfuerzos —comenta Ross. El acristalamiento, por ejemplo, en el esquema general de las emisiones de carbono, representa una parte bastante pequeña, en comparación con los cimientos—. La herramienta nos ha permitido priorizar en aquellas áreas donde hay un mayor volumen de emisiones”.
“Comenzamos con una lista de lo que debe hacer la herramienta para que funcione —subraya Smedley—. Debía ser accesible para todo el mundo y gratuita, a fin de eliminar las barreras de acceso. Además, debería ser fácil de usar para que arquitectos, ingenieros y contratistas pudieran compartirla. Por último, los datos tenían que ser transparentes, con una metodología abierta”.
Una carrera de fondo
Para usar la herramienta, basta con registrarse. Es gratuita y mejorará a medida que se transfieran manualmente más EPD a una base de datos de búsqueda, la cual incluye hoy en día más de 17 000 productos diferentes. En el futuro, con suerte, de esta tarea se encargará la inteligencia artificial. “Escasea la optimización digital de EPD —señala Smedley—. Los profesionales [de la arquitectura, la ingeniería y la construcción] han tenido que revisar 28 páginas de un PDF para encontrar un factor de emisión y otros datos relevantes. Es lo mismo para la herramienta EC3; no hay un uso generalizado de API [interfaces de programación de aplicaciones] para transferir esta información digitalmente, por lo que estamos haciendo buena parte manualmente, lo que no es eficiente. Con el tiempo, nos gustaría tener un marco digital de EPD unificado para todos”.
Ross ya está empezando a vislumbrar el potencial de la herramienta con el compromiso de Microsoft de tener una huella de carbono negativa en 2030, y lo que eso podría significar para empresas de todos los tamaños. “Nuestro compromiso con el desarrollo sostenible es doble: por un lado, mantener nuestra propia casa en orden y, por otro, pensar en cómo podemos ayudar a que otros lo logren. El cambio climático ha llegado a un punto que exige la participación de todos”, recalca.
Históricamente, la falta de transparencia en las prácticas de contabilización del carbono ha afectado a la industria de la construcción, y esto ha hecho que la necesidad de actuar, apartándose de la normalidad, sea urgente. Como apunta Smedley: “Como sector, tenemos que comprender que no podemos esperar a la perfección, y por eso quisimos idear una solución para que la gente pudiera comenzar a hacer algo ya”.
Si la reacción del sector a la publicación de la herramienta EC3 –que cuenta con más de 3500 usuarios registrados y empresas como Webcor se comprometen a usar la calculadora en todos los proyectos de nueva construcción– sirve de indicador, no hay duda de que esta ha sido la jugada correcta.