Considera estratégica la necesidad de reducir el consumo energético entre las empresas sector industrial. ¿Se han marcado una Plan con objetivos y tiempos para mejorar la Eficiencia Energética?
Seguro que sí. En el escenario actual de competencia, requisitos normativos y presión de la sociedad, la eficiencia energética juega un papel central para cualquier empresa.
Eficiencia energética es sostenibilidad hecha realidad, y hoy el atributo sostenibilidad es irrenunciable. Si bien es cierto que el sector industrial ha estado de manera histórica más concienciado en implantar mejoras de eficiencia energética que el sector terciario, no es menos cierto que siempre hay margen de mejora en lo referido a sostenibilidad.
En ese sentido, contar con un plan detallado, ya no sólo para fomentar la eficiencia energética, sino para descarbonizar los procesos, resulta clave para priorizar qué proyectos acometer y que recursos y tecnologías concretas movilizar.
¿Estamos hoy en un momento clave para la transición energética? ¿Qué papel juegan las compañías energéticas tradicionales en esa transición energética?
Las compañías debemos hacer realidad la penetración masiva de energías renovables que debe dar respuesta al contexto de crisis global actual.
No hay excusas en el caso de España, pues tenemos los objetivos, tenemos la tecnología, las condiciones naturales y, también, los recursos económicos y humanos.
Existen algunos flecos en cuanto a la simplificación y mejora de procesos administrativos de tramitación, pero ya hay una inercia imparable en el fomento de las energías renovables o de la eficiencia energética. Y el atractivo inversor de España es innegable.
Dicho de otro modo, las empresas tradicionales en el ámbito energético se están convirtiendo en actores protagonistas, ya no sólo actuando sobre la generación sino también sobre la demanda y la gestión de la energía, entrando en nuevos modelos de negocio como pueden ser las comunidades energéticas o los contratos PPAs de suministro de energía verde a largo plazo.
Casi todas han sabido leer de manera correcta el futuro, y la que más y la que menos, ya se ha posicionado.
¿En qué situación de concienciación se encuentran las empresas españolas en materia de eficiencia energética?
Depende del sector de actividad y del peso que la energía tenga en su estructura de costes. En empresas donde el consumo energético es muy elevado y la energía está entre los 3 o 4 primeros costes, la eficiencia energética está en su ADN.
En empresas donde el peso de los costes lo ocupan otras partidas, la eficiencia energética tiene más margen de adaptación ya que las urgencias en materia de sostenibilidad son ligeramente menores.
Sin embargo, estos no son los únicos factores. Hay empresas que han tendido más sensibilidad hacia la eficiencia energética debido a su cercanía a la innovación, mientras que hay sectores más tradicionales tecnológicamente, o donde sus clientes les han exigido menos en cuanto a su huella de carbono. Y, por supuesto, el tamaño importa. La pyme española está más atrasada en la materia que las grandes empresas.
En general, si bien el nivel no es como hace 10 años, todavía queda mucho recorrido, y más, con la irrupción de nuevas tecnologías digitales que apoyan el análisis y toma de decisiones en materia de descarbonización.
¿A qué retos se enfrenta el sector tecnológico? ¿Y el sector industrial?
El sector tecnológico se enfrenta a una competencia continua por sacar innovación a sus mercados, pero a precios competitivos que permitan implementar tecnologías de vanguardia sin aumentar las actuales estructuras de costes.
Por su parte, el sector industrial debe estar atento a cuáles son esas tecnologías y los nuevos modelos de negocio como la externalización “as a service” con el fin de no perder competitividad en un mercado global y altamente competitivo.
¿Cómo le gustaría ver a España, energéticamente hablando, en el año 2030?
España está llamada a seguir jugando un papel protagonista en la transición energética, por lo que veremos forzosamente un país donde la energía verde sea protagonista de múltiples maneras. Para ello, las empresas deben seguir invirtiendo en innovación en energías renovables y no perder la muy relevante cadena de valor industrial de nuestro país en energía solar y eólica.
Además, debe haber una apuesta decidida por seguir promoviendo la innovación en sistemas de control y gestión de la demanda de redes y microrredes y por supuesto no perder el tren del hidrógeno verde y el resto de los gases renovables.
Veremos también muchos negocios de gestión de demanda y basados en generación distribuida. Habrán despegado de manera masiva el almacenamiento, las baterías y los vehículos eléctricos con varios millones de españoles que habrán dado el salto de consumidores a prosumidores (generador y consumidor a la vez) de energía.