Cada vez se necesita más información para tomar las mismas decisiones
Javier Araujo, es Responsable de Desarrollo de Negocio de Smart Cities en T-Systems Iberia, y cuenta con una dilatada trayectoria profesional de más de 15 años en el sector TIC, desarrollando proyectos en el sector público y privado. Durante el Smart Energy Congress, participará en la sesión Tendencias, oportunidades e innovación que se celebrará el miércoles 3 de abril a las 10:30h en la Sala1 de Visión Estratégica.
Integrada en una mesa de debate sobre transformación digital en ciudades inteligentes y movilidad sostenible, Araujo pondrá el foco en la reflexión de por qué una ciudad debe convertirse en Smart City.
¿Puede una ciudad no ser o querer ser Inteligente?
Creo que en tecnología estamos viviendo muchas modas en los últimos tiempos. Todo el mundo habla de Inteligencia Artificial, Big Data, IoT, Blockchain… y cuando todos hablan de ello y además no dejan de decir que debemos incorporar estas tecnologías, la necesidad (que puede ser real o no) se convierte en urgencia.
Esto puede pasar también en con las Smart Cities. Ahora parece que todas las conversaciones se centran en hablar de la transformación digital en los Ayuntamientos, y no sólo en el dentro de los departamentos TIC, sino como un proceso de transformación transversal en todas las áreas y con un fuerte impulso de los equipos de gobierno.
Hay que ser consciente de lo que supone impulsar un proyecto de este tipo dentro de cualquier ayuntamiento. Desplegar soluciones de Smart City tiene implicaciones no sólo tecnológicas sino también y, sobre todo, estratégicas y organizativas. Es necesario prestar atención a esto para valorar si verdaderamente estamos preparados o no para afrontarlo.
La pregunta entonces es ¿deben las ciudades convertirse en Smart Cities?
La respuesta sin duda es sí, y para ello deben conocer la profunda transformación en las estructuras que esto supone, porque de lo contrario, tendrán sistemas de gestión de información, pero no serán Inteligentes.
Ahora mismo existe un incremento exponencial del flujo de información entre la Ciudad, como entorno físico, y el Ayuntamiento, como entidad gestora. La Ciudad aporta la información, y el Ayuntamiento debe contar con mecanismos y sistemas que le ayuden a procesar esta información para tomar decisiones en la gestión de sus recursos, de forma eficiente y con el objetivo siempre de mejorar el servicio a los ciudadanos.
Es cierto que cada vez hay más información disponible, y eso conlleva a la vez que se necesite más información para tomar las mismas decisiones. Y la única forma de gestionar esta información, es contar con sistemas tecnológicos que la procesen y la gestionen de forma rápida y eficiente.
¿Qué implicaciones tiene poner en marcha un proyecto de Smart City?
Supone un cambio en los modelos de relación con los ciudadanos, con los proveedores de los servicios de la ciudad y con otros actores, como las empresas locales, que también se pueden ver beneficiadas.
Además, no hay que olvidar que a nivel legislativo las ciudades tienen otros retos en marcha, por ejemplo, deben cumplir con la legislación en materia de protección de datos de carácter personal, adaptarse a los requisitos de las leyes 39/2015 y 40/2015 para la gestión electrónica de los procedimientos, o desarrollar su actividad según el Esquema Nacional de Seguridad (ENS) y el Esquema Nacional de Interoperabilidad (ENI).
Esto supone la puesta en marcha de dos vías de actuación, una dentro del propio Ayuntamiento, implantando los sistemas de gestión y digitalización necesarios para gestionar la información, y ofrecer acceso a los ciudadanos y entidades interesadas a la información de forma segura. Por otra parte, hay que implantar soluciones de tecnología, sobre todo IoT que recoja la información de la ciudad para poder conocer qué uso se hace los recursos existentes y cómo podemos hacerla más eficiente. La regulación del tráfico, el servicio de transporte público o de gestión de residuos son algunos ejemplos de cómo la sensorización del espacio público ayuda a tener información y a tomar decisiones que se adelanten a los propios problemas.
El reto en definitiva es contar con la información necesaria en cada momento para ofrecer al ciudadano un servicio más eficaz y más inmediato.
¿Es la inmediatez importante también para las ciudades?
Por supuesto. No hay que olvidar que nos enfrentamos a un ciudadano distinto al de hace unas décadas. Ahora estamos acostumbrados a tener todo disponible en unos pocos clics a través de nuestro smartphone, y a estos ciudadanos hay que darles respuestas desde la administración adaptadas a su forma de vida.
La información es entonces crucial para el Ayuntamiento a la hora de gestionar. La pregunta entonces es obligada ¿Dónde está el límite? ¿Cuáles son los retos en seguridad de las Smart Cities? ¿Estamos preparados para afrontar estos riesgos?
Cualquier Smart City debe contemplar sistemas de seguridad que protejan la información que manejan. No sólo los datos de los ciudadanos, sino también toda la información que aportan los sensores de la ciudad. Y además, tenemos el reto de contar con equipos expertos que controlen y securicen los propios sensores que recogen los datos, y que no dejan de ser sistemas tecnológicos conectados entre sí, que son sensibles a posibles ataques informáticos.
Las ciudades deben tomar conciencia de que la seguridad es fundamental y deben poner en marcha medidas para cada ámbito, de forma que puedan cerciorarse de que la información que reciben es la correcta y que las decisiones se basan en la información correcta.