¿Está España preparada para para cumplir con los retos del Horizonte 2030?
España se encuentra en una posición inmejorable para cumplir con los retos del Horizonte 2030. Ya en 2023, un 52% de la demanda nacional se cubrió con energía libre de emisiones y, desde enero a octubre de 2024, este porcentaje se ha incrementado hasta el 60%. Por otra parte, ya se está aplicando la nueva senda de ahorro energético establecida en la Directiva 2023/1791 de eficiencia energética y que incremente en un 44% el objetivo establecido por la anterior directiva. Por otra parte, nuestro país cuenta con una infraestructura de plantas regasificadoras que sitúan a España como un hub de referencia europeo de entrada de GNL.
No obstante, también existe algún aspecto en el que debemos poner foco y me refiero, en concreto, a la demanda eléctrica. Por una parte, el crecimiento de la producción renovable no ha ido acompañado de un incremento del consumo, sino más bien todo lo contrario, entre otras razones por el desarrollo del autoconsumo y las medidas de eficiencia energética. Y si finalmente no se acompaña el desarrollo en renovables con medidas que favorezcan el incremento de la demanda eléctrica, inevitablemente se van a multiplicar los vertidos de energía. Y, por otra parte, hasta ahora la demanda tenía un papel secundario como proveedor de “servicios de balance” y cada vez va a ser más importante poner en juego la flexibilidad para poder integrar esa energía renovable. Pero para que se pueda poner en juego esa flexibilidad es necesario monitorizar la red de distribución, igual que hace el operador del sistema. Para ello, la digitalización de las redes va a jugar un papel fundamental.
¿Considera estratégica la necesidad de reducir el consumo energético entre las empresas del sector? ¿Deberían plantearse un Plan con objetivos y tiempos para mejorar la Eficiencia Energética? ¿Cuál debe ser la contribución de la tecnología a este Plan?
Además de ser una exigencia europea, la reducción del consumo energético debería ser un componente estratégico al igual que lo son la racionalización de costes, la búsqueda de talento o la optimización de los procesos. Aunque el peso del componente energético en el total de costes de la empresa puede variar de un sector a otro, teniendo en cuenta la variabilidad de los precios de la energía y la necesidad de gestionar correctamente ese coste, la empresa que mejor lo resuelva tendrá una ventaja competitiva clara.
Hoy, la tecnología es un instrumento fundamental para conseguir, no solamente reducir el consumo energético, sino que dicho consumo sea más eficiente en términos de coste. Así, las empresas cuentan con numerosas herramientas de monitorización que permiten hacer un seguimiento muy preciso de cada elemento donde se produzca un consumo energético. Con las herramientas de análisis de datos podemos prever patrones de consumo y optimizar procesos. Adicionalmente, elementos como la instalación de placas fotovoltaicas o tecnologías de almacenamiento permiten a los clientes generar su propia energía y adaptar su consumo a los precios de mercado. Otro ejemplo son los Sistemas de Control actuales que permiten la regulación automática de la climatización manteniendo los parámetros de confort establecidos.
Quién considera está impulsando más la adopción de estas tecnologías: ¿Gobierno, proveedores de tecnología, empresas usuarias…? ¿Cuáles son las principales barreras?
La adopción de nuevas tecnologías no siempre es un proceso sencillo. En primer lugar, porque supone un “cambio” en la forma de hacer las cosas y los cambios en la naturaleza humana implican a menudo cierto grado de incertidumbre. Además, la tecnología suele presentarse como una solución general a un problema que suele ser muy específico y con una casuística muy diversa, por lo que es necesario saber adaptar la tecnología a cada necesidad concreta. En mi opinión, debe existir una convergencia entre las empresas que plantean los problemas y aquellas que proponen las soluciones. Creo que eventos como las ferias o congresos profesionales son un buen terreno de juego para que tenga lugar esa convergencia. En cualquier caso, la empresa que mejor sepa adaptar la tecnología a sus necesidades será quien adquiera la ventaja. Al mismo tiempo, es importante que la administración sea consciente de esta situación para poder apoyar este tipo de iniciativas.
¿Considera que se puede mejorar la posición competitiva de las organizaciones con la implantación de Tecnologías de la Información y Comunicaciones? ¿y en lo referente a competitividad energética?
Creo que la implantación de Tecnologías de Información y Comunicaciones es ya un hecho en la mayoría de las organizaciones y, en el caso concreto de la competitividad energética, me atrevería a decir que resulta obligatorio. En un mundo tan competitivo como el que vivimos, donde se busca la diferenciación del producto y el servicio, creo que la implantación de estas tecnologías debe formar parte de la cultura empresarial y me parece clave para conseguir esa diferenciación. Una empresa donde se fomente la creatividad, la experimentación, donde no se penalice el error, es un caldo de cultivo ideal para generar ideas innovadoras. En este sentido, una cultura empresarial positiva atrae talento a la empresa con lo que puede ser una ventaja competitiva en sí misma y una forma de enriquecer las organizaciones. En lo que se refiere a la competitividad energética, en un entorno global de precios tan volátiles, la tecnología es fundamental para optimizar el coste energético.
¿Cómo le gustaría ver a España, energéticamente hablando, en el año 2030?
La transición energética está siendo un reto para todos los países. A mí me gustaría que en 2030 España se vea como un modelo a seguir por haber alcanzado los objetivos de descarbonización, resolviendo los retos del trilema energético (seguridad de suministro, sostenibilidad y precio asequible). Que el camino hasta esa descarbonización haya venido acompañado de un crecimiento económico gracias al incremento de la demanda energética, la inversión en producción renovable, eficiencia energética y en la creación de nuevos modelos de negocio en los que el consumidor juegue un papel protagonista como participante activo en el sector.
Y, en este escenario, será imprescindible la participación de todos. La del inversor, para que elija nuestro país para instalar producción renovable y nuevos consumos (más industria, centros de datos, ..); la de los clientes, para que tomen conciencia de que pueden poner en valor su flexibilidad en el consumo; y por supuesto, la del regulador, para que sea creativo y diseñe un entorno normativo que consiga integrar todas las piezas del apasionante puzle de la transición energética.
