La sostenibilidad y la eficiencia energética se han convertido en objetivos ineludibles para la industria manufacturera, un sector que depende del consumo energético para garantizar la producción. Según datos del INE, el consumo energético de este sector aumentó un 73% en 2022 respecto a 2021, en un año en el que tuvo un gran impacto el encarecimiento de los precios de la energía, el despegue de su demanda y, al mismo tiempo, el desabastecimiento de los recursos.
Para las fábricas, resulta crucial poder establecer una estimación precisa de su consumo energético con el fin de planificar el suministro adecuado. En este contexto, la tecnología se ha confirmado como la palanca transformadora para optimizar los procesos de las fábricas, ayudando a reducir, de forma significativa, el consumo y coste energético. Marcando el inicio de una nueva era en la gestión de recursos de las plantas industriales.
Aquí la Inteligencia Artificial, y su capacidad para aprender de los datos, junto a las últimas tecnologías de simulación como los gemelos digitales, han emergido como herramientas clave para impulsar las fábricas del futuro.
Dado su potencial, la Inteligencia Artificial está redefiniendo la forma de operar de las plantas industriales. A través de algoritmos avanzados, esta tecnología es capaz de monitorizar y analizar grandes volúmenes de datos generados por las máquinas, procesos de producción y sistemas energéticos. La capacidad de procesamiento en tiempo real permite, además, identificar áreas de ineficiencia, prever fallos y sugerir ajustes para maximizar el rendimiento y minimizar el desperdicio de energía. Y lo que es más importante: mitigar la emisión de CO2.
Pero, ¿y si combinamos esta tecnología con los gemelos digitales? Podremos potenciar aún más el ahorro energético. Los gemelos digitales están diseñados para realizar simulaciones reales de la operativa de la maquinaria, los sistemas o, incluso de las plantas industriales, lo que permite anticipar cambios en el proceso de fabricación sin necesidad de interrumpir la producción real. Es decir, brinda la oportunidad de analizar distintos escenarios y predecir el impacto energético y económico de cada cambio, evitando inversiones costosas.
La verdadera revolución está, por tanto, en la integración de estas tecnologías. Los datos recogidos en tiempo real pueden alimentar al gemelo digital, enriquecerse con datos de fuentes externas como podrían ser datos meteorológicos o de terceros, por ejemplo, mediante un espacio de datos sectorial, dando lugar a la creación de productos de datos bien gobernados de donde poder extraer el máximo valor de la Inteligencia Artificial, generando un ciclo continuo de mejora del rendimiento energético y productivo. Con su empleo se pueden conseguir mejoras de más de dos dígitos en la eficiencia energética, lo que repercute, a su vez, en el ahorro de costes de producción.
Esta combinación va a un paso más allá, ya que además de proporcionar beneficios ambientales y de resiliencia operativa, tiene un impacto directo en la competitividad de las empresas, que pueden aprovechar los recursos de la reducción en los costes energéticos para dedicarlos a proyectos de innovación, investigación y desarrollo de nuevos productos. Por tanto, las fábricas que implementen estas tecnologías no solo lograrán un ahorro energético significativo, sino también una ventaja competitiva sostenible a largo plazo.