El consumo eléctrico de los centros de datos representó el 1% del total de electricidad a nivel mundial en 2018, según el artículo publicado en la revista Science de 2020, titulado “Recalibrating global data center energy-use estimates”. O incluso cerca del 2% del total de electricidad de Estados Unidos, según un estudio reciente de “Brad Johns Consulting”. Representando un aumento del 6% en comparación con 2010, mientras que la intensidad energética mostraba un descenso del 20% anual desde 2010, una mejora notable en términos de eficiencia energética.
En los centros de datos, la partida relacionada con el almacenamiento de datos representa un porcentaje muy significativo del total de la energía utilizada. Siendo los sistemas de disco, el principal factor de gasto energético. Llegando a consumir un 19% del total, alcanzando un consumo eléctrico de 14 mil millones kWH y generando 6,5 millones de toneladas métricas de CO2 cuando la fuente de energía utilizada es el gas natural.
Un reciente estudio de IDC de 2019, llamado “ Tape and Cloud: Solving Storage Problems in the Zettabyte Era of Data” proyecta que la cantidad de datos profesionales que deberán ser almacenados alcanzará los 7,5 Zetabytes en 2025. Siendo la mayoría de ellos datos no estructurados, a los que rara vez se accede al cabo de 30 días de su almacenamiento.
El gran valor añadido de la cinta en el centro de datos
Los analistas de la industria estiman que el 60% de los datos almacenados en disco, en los centros de datos prácticamente no se consultan. Por consiguiente, pueden reducir drásticamente el consumo de energía y las emisiones de CO2 asociadas, al tiempo que reducen los gastos operativos y de capital de los centros de datos, identificando el volumen de “datos fríos” para almacenarlos en soluciones más eficientes y seguras, que ofrecen, además, un coste más bajo por TB almacenado, como las recientes generaciones de cinta.
El estudio de “Brad Johns Consulting”, muestra un caso concreto, utilizando la calculadora de TCO de soluciones de almacenamiento de datos del consorcio LTO (https://www.lto.org/tco-calculator/) para cuantificar el ahorro de gasto energético, de emisiones CO2 generadas y del coste total de propiedad de una tecnología de almacenamiento respecto a otra.
Toma como ejemplo un usuario con un volumen de datos almacenados de 10PB al que accede con poca frecuencia, un crecimiento del 35% anual, sobre un periodo de 10 años. Muestra que la utilización de la tecnología de cinta para el archivo de datos, comparada con la de disco, permite que este usuario pueda reducir su gasto energético y las emisiones de CO2 generadas, en un 87%, y el TCO de la solución, en un 86%. Representando un ahorro económico de 29 millones USD, un ahorro energético de 686 mil USD y una reducción de emisiones de CO2 de 2.630 toneladas.
Mostrando que la cinta es una tecnología verde, con una huella ecológica muy inferior a la del disco, que responde a las necesidades actuales de acelerar la transición a una economía sostenible. Por tanto, muy en línea con distintas iniciativas anunciadas estos últimos tiempos como “Transform to Net Zero”, liderada por empresas estadounidenses del calibre de Microsoft Corp. o Nike, que pretende alcanzar una economía global de cero emisiones netas en todos los sectores, o bien, con el reciente pacto firmado por la industria europea del “cloud”, que busca que los centros de datos europeos sean climáticamente neutros en 2030, o con el propio Pacto Verde Europeo que establece cómo hacer de Europa el primer continente climáticamente neutro en 2050.
La cinta comparada a otros soportes de almacenamiento no consume más electricidad cuando los datos ya han sido escritos sobre la misma. A diferencia del disco duro que al estar en constante rotación genera un importante coste energético. De hecho, la mitad del consumo energético del disco proviene del sistema de ventilación y enfriamiento de la solución. Este sistema es clave para garantizar la longevidad del disco mientras que la cinta no necesita este tipo de sistema de enfriamiento térmico tan costoso.
La cinta se ha convertido hoy en una parte integral e indispensable de la infraestructuras TI de la mayoría de grandes empresas europeas gracias a las numerosas ventajas que presenta respecto a otras tecnologías en términos de protección de datos, altos rendimientos y hoja de ruta, por nombrar algunas de sus ventajas.
- Mayor protección de datos para el almacenamiento de datos a largo plazo: longevidad de archivo superior a la del disco (7 veces más), integridad de datos mayor a la del disco (10.000 veces más a la del disco duro SATA) , única protección real contra ciberataques (solución desacoplada de la red) y sinónimo de plan de recuperación ante desastres (solución amovible).
- Grandes rendimientos: capacidad (LTO8 – 12TB nativos o IBM 3592JE – 20TB nativos) y velocidad de transferencia (LTO8 – 360MB/s y IBM 3592JE/TS1160 – 400MB/s), dos veces más rápida que el disco duro.
- Continuo desarrollo de la tecnología: Hoja de ruta de la tecnología en cinta magnética marcada más allá del 2030, con cintas con capacidades nativas superiores a los 100TB. La tecnología LTO está determinada hasta la LTO12, con el lanzamiento de la LTO9 (18TB nativos) previsto para mediados de 2021 y la LTO10 (36TB nativos) planificada para 2023. Mientras que la 3592JF de IBM se prevé para finales de 2022 con una capacidad estimada de 40TB nativos por cartucho.
Todas estas ventajas explican la posición dominante actual de la cinta en el entorno del archivo de datos. Alcanzando una cuota de mercado del 58%, como refleja un reciente informe de IDC de 2019, Global Datasphere, con un crecimiento de la capacidad anual entregada en cintas del 24%, muy superior al 15% del disco duro.