En plena batalla por tratar de mantener el control de los crecientes costes operativos en un entorno regulativo que cambia rápidamente, mantener las expectativas de los clientes es uno de los factores clave en las operaciones de las empresas energéticas. En muchas ocasiones, el enfoque establecido para afrontar un reto tan importante es realizar grandes inversiones tecnológicas para aportar innovación de forma aislada, con la esperanza de que luego se adopten a escala. Sin embargo, muchas veces esto no es suficiente y estos cambios no suceden de manera lo suficientemente rápida.
En el sector se reconoce cada vez más que es necesario un nuevo enfoque de la transformación digital para dar cabida al tipo de cambios necesarios. En total, según la encuesta “Insight Advantage” realizada por Appian y Utility Week a varios líderes del sector, el 89% de los encuestados afirmó que ha cambiado el enfoque tanto de sus estrategias de transformación digital como de lo que pretenden conseguir mediante estas innovaciones. En este contexto, la automatización a través de una Plataforma de desarrollo Low-Code está demostrando ser una solución viable a estos desafíos, al permitir que los workflows sean diseñados, desplegados y revisados sin depender de equipos de desarrolladores especializados.
Con el low-code, las empresas y el departamento de TI pueden trabajar juntos para describir e implementar nuevos workflows, sin depender de un desarrollo de aplicaciones escribiendo su código, línea por línea. Esto no solo ahorra tiempo, lo cual es vital, sino que también permite conjugar el gobierno y el cumplimiento, garantizando que los workflows se crean para cumplir realmente sus objetivos.
En este sentido, las empresas energéticas hacen bien en tomarse en serio lo digital, ya que puede ser una parte muy importante para su éxito futuro. Este cambio en su enfoque estratégico hacia las tecnologías digitales y la automatización inteligente responde a la disrupción, las presiones competitivas y las necesidades de los clientes. Podríamos decir que el futuro del sector energético pasa por cuatro áreas que, a través de iniciativas digitales, pueden promover la resiliencia: minimizar riesgos, acelerar la respuesta ante incidentes, transformar los servicios de campo y mejorar la sostenibilidad.
Es evidente que las empresas tienen una necesidad cada vez mayor de identificar, supervisar y mitigar el riesgo en todo el negocio. Aquí, aspectos como agilizar la comunicación entre grupos internos y externos, unificar los datos sobre el riesgo empresarial con la gestión de casos, mejorar la visibilidad de los procesos o agregar todo el seguimiento en una sola interfaz, son algunos de los aspectos más relevantes en los que la tecnología está teniendo un mayor impacto. De igual manera, la aceleración de la respuesta ante incidentes es clave para las empresas energéticas y, en este sentido, las tecnologías digitales son totalmente imprescindibles para gestionar estos incidentes inesperados en tiempo real, movilizando al personal de manera ágil y reduciendo la aparición de problemas e incluso asegurando el cumplimiento de los requisitos normativos.
Otro de los aspectos en los que la tecnología puede tener un mayor impacto para las empresas energéticas es la transformación de los servicios de campo para garantizar el éxito de las operaciones empresariales. No obstante, en la actualidad, este tipo de empresas suelen utilizar procesos en papel o workflows manuales, por lo que la tecnología puede ayudar a aumentar la productividad y a optimizar la asignación de recursos, las inspecciones y la programación y mejorar la visibilidad del estado, progreso y rendimiento de los proyectos.
Por último, en un contexto en el que se está produciendo un gran énfasis en la sociedad acerca de la sostenibilidad, con el consiguiente aumento de la presión política, las empresas energéticas se están viendo obligadas a realizar una transición hacia prácticas y formas de operar más sostenibles. Esto implica que las empresas energéticas tengan la necesidad de reducir sus emisiones de CO2 a través de la integración de los sistemas de calificación, la visión unificada de los criterios ambientales, sociales y políticos y la posibilidad de contar con informes precisos y en tiempo real para obtener información sobre iniciativas ASG para fundamentar la toma de decisiones.
En este punto, quizás podríamos plantearnos si las organizaciones deberían empezar a pensar en cambios más pequeños e incrementales, como las automatizaciones que, cuando se repiten a lo largo de periodos de tiempo más largos, pueden suponer un cambio sustancial, en lugar de buscar un único gran hito. En última instancia, lo que sí parece seguro es que el sector energético tendrá que estar más unido, más integrado y dispuesto a trabajar con tecnologías que les permitan adaptarse de manera rápida, y a través de aplicaciones y procesos que puedan trabajar juntos en un mismo workflow.