Articulo
19 septiembre 2025

Centros de datos inteligentes: la clave oculta de la transición energética

Los data centers afrontan una presión sin precedentes: garantizar resiliencia, reducir costes y avanzar hacia la descarbonización. La inteligencia artificial emerge como la palanca que permitirá transformar estas infraestructuras críticas en el núcleo de la sostenibilidad empresarial.

En un momento en que la sostenibilidad y la eficiencia energética se han convertido en prioridades estratégicas para todas las organizaciones, los centros de datos se sitúan en el epicentro del debate. Así lo demostraron los expertos que participaron en la tertulia organizada por Capital Radio en colaboración con la Plataforma enerTIC, previa al Smart Energy Congress & Expo 2025. En ella intervinieron Francesc Galobardes, de Quark Unlimited; Víctor Gimeno, de Kynegos; Ángel Ramírez Fuentes, de ATOS; y Antonio Ruiz-Falcó Rojas, de PUE Control y Presidente del Comité de Innovación para la eficiencia en infraestructuras IT, con un objetivo común: reflexionar sobre cómo la innovación, y en particular la inteligencia artificial (IA), está reconfigurando la sostenibilidad de estas infraestructuras críticas.

Uno de los puntos más debatidos fue la dualidad que representan los centros de datos en el panorama energético mundial. Son, a la vez, parte del problema y parte de la solución. Su consumo eléctrico crece de forma exponencial, con cifras que en España se acercan ya al gigavatio, y donde un solo rack puede llegar a equipararse con el consumo de 500 viviendas. Sin embargo, estas instalaciones se han convertido también en catalizadores de la eficiencia, permitiendo a empresas y administraciones avanzar hacia operaciones más sostenibles y resilientes.

Los participantes coincidieron en que el centro de datos no es solo un soporte tecnológico, sino que debe ser el corazón de la sostenibilidad de cualquier organización moderna. La visión compartida es que sin infraestructuras digitales capaces de operar bajo criterios de eficiencia y bajas emisiones, no habrá transición energética posible.

El debate permitió trazar un mapa de los principales retos de la industria. En primer lugar, la necesidad de garantizar la resiliencia, ya que hablamos de infraestructuras críticas cuya disponibilidad debe ser absoluta y que, en un contexto de digitalización masiva, no pueden fallar. En segundo lugar, la eficiencia operativa, que pasa por mantener la rentabilidad en un entorno donde el volumen de datos y el coste energético no dejan de crecer. Y, por supuesto, la descarbonización, impulsada por los objetivos europeos de neutralidad climática para 2050.

Estos tres ejes se ven acompañados de desafíos adicionales como la transformación de centros de datos heredados, muchos de los cuales siguen operando con infraestructuras antiguas que necesitan una modernización radical. La llamada “explosión de datos”, con volúmenes de tráfico y almacenamiento sin precedentes, obliga a procesar y filtrar información de manera más inteligente para no desbordar la capacidad de los sistemas. Y a ello se suma la evolución constante del hardware: procesadores cada vez más potentes que aparecen en ciclos de apenas meses y que, si bien multiplican las posibilidades de cómputo, plantean nuevas incógnitas sobre cómo medir la eficiencia real de los sistemas de refrigeración y del conjunto de la infraestructura.

En este contexto de complejidad, la inteligencia artificial se perfila como la palanca más poderosa para abordar los retos. Su papel va mucho más allá de la automatización: está redefiniendo la forma en que se gestionan los centros de datos. Aplicada a la infraestructura, permite hacerla más sostenible, eficiente y segura. En el terreno energético, la IA se emplea para optimizar el autoconsumo, la autogeneración y el almacenamiento, siempre priorizando fuentes renovables como la fotovoltaica y la eólica.

A nivel operativo, facilita un mantenimiento predictivo que aprovecha datos de sensórica para intervenir solo cuando es necesario, reduciendo consumibles y mejorando la resiliencia. Con algoritmos capaces de prever parámetros críticos con hasta 24 horas de antelación, los responsables de los centros pueden anticiparse a problemas antes de que impacten en la disponibilidad del servicio. Incluso en la planificación de nuevas instalaciones, la inteligencia geoespacial se está convirtiendo en un aliado estratégico, al ayudar a identificar las mejores ubicaciones y reducir hasta en un 50% los tiempos de tramitación administrativa.

Sin embargo, los expertos también advirtieron sobre la otra cara de la moneda: la IA, al tiempo que aporta eficiencia, es también un gran consumidor de energía. Entrenar modelos complejos y mantener su funcionamiento operativo multiplica la demanda eléctrica, lo que hace aún más urgente aplicar esta tecnología de manera selectiva y adaptada a las necesidades reales de cada proyecto. “Ser inteligentes en aplicar la inteligencia artificial” fue una de las reflexiones compartidas, subrayando que no existen soluciones universales válidas para todos los casos y que la clave será el ajuste fino para maximizar eficiencia y rentabilidad.

Otro de los temas clave abordados fue la seguridad, con la ciberseguridad como un factor crítico en este escenario. Los centros de datos son infraestructuras estratégicas y, por tanto, un objetivo prioritario para amenazas que podrían comprometer la continuidad del negocio. La aplicación de la directiva NIS2 y el refuerzo de las medidas de protección no solo son un requisito normativo, sino que también aportan ventajas en términos de atracción de inversión. Un centro de datos ciberseguro genera confianza y puede incluso reducir el coste de financiación.

En un contexto en el que el Foro Económico Mundial identifica la ciberseguridad como uno de los principales riesgos materiales a nivel global, reforzar este ámbito se convierte en un imperativo no solo técnico, sino también económico y estratégico.

En paralelo, la regulación se presentó no como un freno, sino como una palanca competitiva. La Unión Europea está avanzando en la estandarización de métricas de eficiencia como PUE y en la reducción de la burocracia, con normativas como la directiva 1791 de 2023 que ya se encuentra en proceso de transposición en España.

Aunque se advirtió del riesgo de sobrerregulación que podría alejar a inversores, los expertos coincidieron en que una regulación bien gestionada ofrece oportunidades de negocio, mejora la comparabilidad internacional y sitúa a Europa en una posición de referencia en un mercado global con visiones regulatorias divergentes en América y Asia. El reto pasa por encontrar el equilibrio adecuado: métricas comunes que faciliten la competitividad, sin ahogar a los actores con trámites que ralenticen la innovación.

La tertulia concluyó con una mirada hacia el futuro inmediato. Los expertos coincidieron en que el verdadero valor de este tipo de encuentros reside en trasladar la reflexión a espacios de mayor alcance, donde puedan abordarse los retos de manera más colectiva. Ese será precisamente el papel del Smart Energy Congress & Expo 2025, que se celebrará los días 8 y 9 de octubre en IFEMA bajo el lema “Inteligencia artificial: reimaginando la sostenibilidad”. Con más de 1.500 profesionales y líderes del sector previstos, el congreso se perfila como el lugar idóneo no solo para profundizar en estos debates, sino también para compartir experiencias y dibujar la hoja de ruta de unos centros de datos que deberán ser, cada vez más, sostenibles, resilientes y competitivos.

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