El 15 de abril de 1912 el mundo se despertaba con la noticia del hundimiento del Titanic. Considerado ‘insumergible’ por sus creadores y descrito como el ‘objeto móvil más grande jamás creado’, terminó sumergido a 400 millas náuticas al oeste de Canadá.
La causa del desastre fue un iceberg. Cuando el capitán viró para evitar chocar con la mole de hielo fue demasiado tarde; oculto, bajo el agua se encontraba el verdadero problema. Aunque pienses que esta historia no tiene nada que ver con la gestión de tu organización, no es así, puesto que muchas veces la causa de los problemas está en lo que no podemos ver.
Lo que tenemos contratado fuera
Las empresas tienen que establecer alianzas estratégicas con socios y proveedores por razones de competitividad y de foco en su negocio principal. Pero la externalización de servicios no exime de las responsabilidades sobre toda la cadena de suministro, o en la vigilancia sobre el impacto medioambiental, laboral o de otra índole por la subcontratación de TI. Que nuestra infraestructura tecnológica esté alojada en la nube pública no nos excusa de comprender el impacto medioambiental y las posibles implicaciones de una brecha de seguridad. De igual modo, que el capitán Eduard John Smith no avistara el gran muro de hielo o no diera importancia a los primeros avisos de los vigías, no le releva de su parte de responsabilidad en la trágica historia del Titanic.
Las grandes compañías españolas habrán invertido unos 53.000 millones de euros en TI cuando termine 2024, de los cuales, aproximadamente la mitad se destinarán a servicios externalizados. Sin embargo, y según el Estudio de Sourcing de Servicios de TI 2024 que elaboramos en colaboración con Whitelane Research, solo un 20% de los responsables de tecnología y compras TI consideran que el criterio de la sostenibilidad tiene un peso relevante a la hora de elegir un proveedor tecnológico. La mayoría (el 45%) lo considera interesante pero no esencial
Cuando se ha hecho todo lo legalmente posible
La mayor parte de las grandes empresas y muchas medianas y pequeñas compañías ya están inmersas en su particular defensa del planeta. Hoy en día resulta fácil descargarte sus memorias anuales en su página web y leer compromisos cuantificables entorno a las emisiones de CO2, lucha contra la corrupción, análisis de riesgos o medidas de igualdad de género, por citar algunas cuestiones. De nuevo, todas estas áreas son aquellas cosas que podemos gestionar y que tenemos entre manos, en definitiva, cosas que podemos ver; pero se nos escapa, o no ponemos atención suficiente en aquello que tenemos alojado fuera de nuestras instalaciones o subcontratado con otros proveedores. La Directiva de Diligencia Debida en Sostenibilidad Corporativa (CSDDD) repara precisamente en este gran ámbito que cierra el círculo de la cadena de valor y procura abarcar toda la actividad empresarial.
La paradoja de la nube
Pero el máximo exponente de esa parte que no podemos ver son nuestras cargas en la nube. El gran paradigma de la elasticidad y eficiencia resulta más contaminante que el alojamiento ‘on premise’, ya que tendemos a un consumo mucho menos responsable que cuando teníamos alojado en nuestros propios CPDs. La infraestructura de la computación en la nube tiene un impacto ambiental muy significativo:
- Emisiones de carbono: La nube tiene una huella de carbono mayor que la industria aérea. Los centros de datos, que son la columna vertebral de la nube, son responsables de aproximadamente el 2% de las emisiones globales de CO2.
- Consumo energético: Un solo centro de datos puede consumir la electricidad equivalente a 50.000 hogares. El consumo anual de los centros de datos alcanza los 200 terawatts-hora (TWh), superando el consumo de varios países, según la compañía de investigación independiente Data Center Map.
- Uso de agua: Solo en Estados Unidos los centros de datos consumen alrededor de 1.700 millones de litros de agua al día para sus sistemas de refrigeración.
- Residuos electrónicos: La producción y eliminación del hardware utilizado en los centros de datos puede provocar una degradación ambiental significativa si no se gestiona adecuadamente, asegura la empresa de almacenamiento Hivenet.
Conductas ejemplares
Podemos encontrar ejemplos de compañías que han empezado un paso antes, como Ferrovial, que utiliza la gran capacidad de computación de la nube para mejorar la eficiencia y optimizar los procesos logísticos en puertos de todo el mundo, reduciendo de esta manera su impacto ambiental. La recogida de información de temperatura, precipitaciones, etc.,no solo ahorra costes, sino que reduce la huella de carbono, limitando los desplazamientos de vehículos esparcidores de sal en las carreteras durante el invierno.
Un ejemplo de una empresa que ha utilizado herramientas de código abierto para reducir su impacto en la nube es Telefónica. La compañía ha implementado soluciones de software de código abierto y tecnologías OpenStack en sus operaciones en la nube, lo que les ha permitido optimizar el uso de recursos y mejorar la eficiencia energética.
La industria cloud por su lado está tomando medidas para reducir su impacto ambiental, como la adopción de energías renovables, la optimización de la eficiencia energética y la implementación de tecnologías de refrigeración más sostenibles. Si tenemos en cuenta su ubicación, según Sinergy Research, el 40% están ubicados en EEUU, el 10% en China y el resto, dispersos por toda la geografía mundial. Madrid se ha perfilado en los últimos años como el gran hub de las inversiones de los hiper escalares en sus planes de expansión de los data centers.
La errónea creencia de que si lo externalizo ya no contamina y el gran predominio en el mercado de los grandes clouders ha hecho que los directores de TI de todo el mundo sigan una línea de inversión inevitable, pero también algo engañosa. Para afrontarlo, proponemos algunas medidas, todas encaminadas a ‘hacer visible lo que no podemos ver’:
- Utiliza herramientas de visualización y paneles para hacer un seguimiento claro del impacto de sus servicios cloud en el medio ambiente.
- Emplea calculadoras de emisiones y sistemas para la medición de la energía consumida.
- Establece objetivos de sostenibilidad en la nube alcanzables.
- Utiliza la IA para hacer más eficientes los procesos en toda la cadena de valor
- Introduce medidas de eficiencia energética.
- Elije proveedores de servicios que utilicen energías renovables.
El director de tecnología y el responsable de compras tecnológicas son el capitán y el vigía en la gran travesía de la sostenibilidad empresarial. Su papel en la mejora de gestión de las tecnologías es crítico y resulta imprescindible. No vale con confiar en que todo va a salir bien por una falsa apariencia de seguridad y robustez.
En los momentos previos al hundimiento, otros barcos enviaron mensajes por radio al Titanic advirtiendo sobre la presencia de icebergs en la zona. Sin embargo, las advertencias no fueron suficientemente valoradas por la tripulación. Parte del problema fue la saturación del operador de radio del Titanic con mensajes personales de pasajeros, relegando los mensajes de seguridad.
Solo si monitorizamos, cuestionamos lo establecido y prestamos atención a lo más importante estaremos en posición de reaccionar ante lo inesperado, y no hundirnos por lo que no vemos, como el Titanic.