El proyecto de transformación energética que viene desarrollando el Consistorio desde hace ya una década es el mejor ejemplo de esta filosofía. No es un simple un cambio técnico de luminarias, sino un cambio en la mentalidad de lo público, garantizando resultados y logrando algo que parecía imposible: que el ahorro energético financie la modernización de barrios y pedanías. Cada euro que antes se perdía en una factura ineficiente, hoy se reinvierte en políticas sociales y mejores servicios para los murcianos.
El mayor avance en modernización se ha experimentado con el “derribo” de los muros internos de la administración. Históricamente, las áreas municipales funcionaban aisladas, pero, con el proyecto MiMurcia, se consigue que Tráfico, Medio Ambiente y Parques trabajen como un único equipo coordinado, gracias al centro único de seguimiento CEUS.
Este proyecto está construyendo una administración que no solo gestiona datos, sino que escucha y responde. Una Murcia donde la tecnología contribuye a un municipio hace más transparente y eficaz, empoderando al ciudadano para que sea copartícipe del cuidado de su entorno.
¿Qué proyecto reciente de su organización considera más innovador en eficiencia energética?
Nuestro proyecto más transformador es, indiscutiblemente, el modelo ESE (Empresa de Servicios Energéticos) para la gestión integral del alumbrado municipal. Lo que hace a este proyecto verdaderamente innovador no es solo el cambio tecnológico —la sustitución masiva a LED, aunque crucial, es una tecnología ya madura—, sino la redefinición completa de la relación entre lo público y lo privado. Hemos cambiado el paradigma: el Ayuntamiento ha dejado de comprar «farolas» para pasar a comprar «resultados», exigiendo un nivel de ahorro garantizado.
Esta innovación se sostiene sobre tres pilares fundamentales que protegen el interés ciudadano:
- Innovación Financiera (Riesgo Cero): A diferencia de una financiación tradicional, aquí la empresa asume el 100% del riesgo de la inversión y del pago de la factura eléctrica. Esto alinea totalmente los incentivos: si el sistema es ineficiente, la empresa pierde margen; si optimiza, gana. Esto elimina la especulación y garantiza el máximo esfuerzo en eficiencia.
- Innovación Operativa (Gestión del Dato): No nos limitamos a instalar bombillas eficientes. Hemos desplegado un sistema de telegestión punto a punto. Esto convierte una infraestructura pasiva en un activo inteligente que nos permite regular la luz según el uso real de la calle (reduciendo intensidad de madrugada) y realizar un mantenimiento predictivo, detectando fallos antes de que el ciudadano tenga que reportarlos.
- Innovación Contractual: Hemos diseñado un modelo a largo plazo que permite amortizar la alta inversión inicial sin coste para el Ayuntamiento, generando además un ahorro neto en el presupuesto municipal desde el primer año.
En definitiva, la tecnología LED genera el excedente económico (ahorrando entre un 60% y 80% de energía), pero es este modelo contractual el que canaliza ese ahorro para modernizar la ciudad y beneficiar al contribuyente.
¿Qué papel desempeñaron las tecnologías y la colaboración entre sectores en su éxito?
Aquí Guillén puede contar como está configurado el sistema actual y la enorme cantidad de puntos de luz que tiene el municipio por su particularidad de distribución en muchos núcleos urbanos y el tamaño del municipio. Luego puedo incluir el siguiente contenido basado en otras charlas que ya ha dado en GreenCities por ejemplo.
El papel de la tecnología ha sido absoluto, porque en este modelo el dinero no se «crea» de la nada, sino que se libera de la ineficiencia del sistema antiguo. La tecnología es la llave que abre esa hucha de ahorro. Su función es doble y vital para que la colaboración público-privada funcione:
- El LED como Motor Económico: La sustitución masiva a LED es el corazón financiero. Al reducir el consumo entre un 60% y un 80% de golpe, generamos un «excedente económico» masivo. Ese dinero, que antes se iba a pagar la factura eléctrica, es el que ahora financia la inversión millonaria de la empresa, su beneficio industrial y, lo más importante, el ahorro neto para el Ayuntamiento. Sin la madurez tecnológica del LED, los números simplemente no saldrían.
- La gestión remota como Cerebro Operativo: Aquí entra la segunda capa de valor. La tecnología de ejemplo, bajándola al 40% cuando no hay tráfico), logrando un 10-15% de ahorro extra. Pero lo crucial es cómo transforma el mantenimiento: pasamos de esperar a que un vecino se queje de una luz fundida a un sistema predictivo donde la farola nos avisa de su estado. Esto reduce drásticamente los costes operativos de la empresa, haciendo viable el contrato a largo plazo.
En definitiva, la tecnología ha creado la oportunidad de negocio donde antes solo había gasto. Ha permitido alinear los intereses del sector privado con el bienestar público: la empresa gana dinero siendo eficiente, y el ciudadano gana mejores servicios costando menos.
¿La adopción de tecnologías ha mejorado la posición y el impacto de su organización en sostenibilidad?
Sin duda. Para el Ayuntamiento de Murcia, la tecnología ha supuesto dejar de ser sujetos pasivos para convertirnos en gestores activos de nuestras infraestructuras más críticas. No entendemos la innovación como un fin estético, sino como la herramienta indispensable para cumplir con nuestra responsabilidad fiscal y medioambiental.
Esta adopción tecnológica mejora nuestra posición en varios niveles estratégicos:
- Liderazgo Climático: Nos sitúa a la vanguardia del cumplimiento de los objetivos europeos de reducción de emisiones. Gracias a la telemetría y los datos, nuestros ahorros de CO2 ya no son estimaciones teóricas, sino datos tangibles, medibles y auditables.
- Sostenibilidad Económica: Modelos como el que hemos implementado liberan recursos presupuestarios. El dinero que antes «quemábamos» en una factura eléctrica ineficiente, ahora lo rescatamos para reinvertirlo en políticas sociales y servicios prioritarios para los vecinos.
- Calidad del Servicio: El impacto social es inmenso. Una ciudad mejor iluminada, más segura y con servicios gestionados por datos ofrece una mayor calidad de vida. La tecnología garantiza que cada euro de dinero público rinda al máximo.
En resumen, la tecnología nos ha permitido alinear la prestación de un servicio público esencial con la sostenibilidad global, consolidándonos como una Smart City que funciona.
¿Qué impacto tienen las tecnologías de smart cities en la mejora de la sostenibilidad urbana?
El impacto es total, siempre que se implemente con visión de conjunto. En nuestro proyecto MiMurcia, no hemos digitalizado servicios aislados, sino que hemos creado un «sistema nervioso» centralizado siguiendo la norma UNE 178 y la plataforma FIWARE.
El corazón de este sistema es el CEUS (Centro Único de Seguimiento), ubicado en el edificio municipal de Abenarabi. Desde allí, transformamos los datos en sostenibilidad real mediante la supervisión transversal:
- Movilidad y Aire: Podemos ver en tiempo real cómo un atasco afecta a la calidad del aire gracias a la correlación de sensores. Esto nos permite tomar decisiones inmediatas, como adaptar los semáforos para disolver la congestión y reducir emisiones.
- Energía Inteligente: Hemos superado los horarios fijos. El alumbrado se regula «punto a punto», atenuándose cuando no hay nadie y reactivándose al detectar peatones, reduciendo el consumo y la contaminación lumínica.
- Gestión del Agua: En una región como Murcia, el agua es vital. En el componente «Disfrutar Murcia», aplicamos riego inteligente en parques y jardines. Cruzamos datos de humedad del suelo con la predicción meteorológica para regar solo lo estrictamente necesario, evitando el desperdicio si va a llover.
La tecnología Smart City nos permite monitorizar KPIs de sostenibilidad en tiempo real y gestionar la ciudad de forma holística, no por departamentos estancos.
¿Cuáles son los principales retos para las administraciones públicas?
Si nos basamos en la experiencia de MiMurcia, el mayor reto no es comprar sensores, sino superar la gestión en silos.
Históricamente, los ayuntamientos hemos funcionado como compartimentos estancos: Movilidad no veía los datos de Medio Ambiente, y Jardines no cruzaba información con Tráfico. El gran desafío es cultural y organizativo: romper esas barreras para integrar todos los datos en una plataforma única y transversal (como hemos hecho con FIWARE y la norma UNE 178).
Esto nos lleva a dos retos derivados muy claros:
- Pasar del Dato a la Inteligencia: Tener sensores no sirve de nada si no cruzamos la información. El reto es centralizar esos datos (como hacemos en el centro CEUS) para entender las relaciones causa-efecto; por ejemplo, ver cómo un atasco está disparando la contaminación en tiempo real y actuar al instante.
- Abandonar la Gestión Reactiva: Las administraciones estamos acostumbradas a trabajar con horarios fijos y a «apagar fuegos» cuando surgen los problemas. El desafío es pasar a una gestión adaptativa y predictiva, donde regamos o iluminamos según la demanda real detectada por sensores, no por calendario.
En resumen, el reto es dejar de gestionar por inercia para empezar a gestionar con inteligencia operativa, monitorizando KPIs de sostenibilidad en tiempo real para optimizar cada recurso de la ciudad.
¿Cómo están adoptando los territorios inteligentes tecnologías para mejorar su sostenibilidad y calidad de vida de los ciudadanos?
El principal cambio que estamos liderando los territorios inteligentes es el fin de la gestión en «silos». Históricamente, tráfico, alumbrado y limpieza no se hablaban entre sí. Ahora, gracias a plataformas horizontales y estándares abiertos, integramos toda esa información para gestionar la ciudad como un todo.
Esta adopción tecnológica se traduce directamente en calidad de vida para el ciudadano:
- Movilidad más fácil: Usamos sistemas de transporte inteligente (ITS) y sensores para guiar a los conductores a plazas libres o priorizar el transporte público. A través de la app fomentando que el ciudadano deje el coche en casa.
- Salud Pública: Desplegamos redes de sensores de calidad del aire y ruido que nos permiten proteger la salud de los vecinos activando protocolos cuando es necesario.
- Nueva Gobernanza: Quizás lo más humano de esta tecnología es cómo empodera al ciudadano. Mediante la app, los vecinos pueden reportar incidencias geolocalizadas (un bache, una farola rota), participando en la cogestión de su entorno. Esto agiliza nuestra respuesta y nos hace más transparentes y eficientes.
¿Cree que las soluciones de eGovernment pueden contribuir a la eficiencia energética? ¿De qué forma?
Absolutamente. A menudo vemos el eGovernment solo como burocracia digital, pero es un catalizador silencioso y potente de la eficiencia energética. Su contribución va mucho más allá de ahorrar papel:
- Reducción de la Movilidad Forzada: La forma más tangible de ahorro es la «desmaterialización» de la relación con la administración. Cada trámite que un ciudadano resuelve desde su móvil evita un desplazamiento físico. Multiplicado por millones de interacciones anuales, esto supone una reducción masiva de combustible y emisiones de CO2 en la ciudad.
- Eficiencia de la Infraestructura IT: La digitalización nos ha obligado a modernizarnos por dentro. Hemos eliminado servidores antiguos e ineficientes dispersos por oficinas para consolidar todo en Centros de Procesamiento de Datos (CPD) modernos o en la nube, donde el consumo energético por expediente procesado es infinitamente menor.
- La Base de la Smart City: Por último, el eGovernment es el cimiento. Una administración que ha digitalizado sus procesos ha construido el «esqueleto digital» necesario para conectar después los sensores de la ciudad. La misma red segura que tramita un padrón es la que habilita la gestión energética inteligente del alumbrado o los edificios. Sin City posible.










